Y casi sin darme cuenta, llegó el último dia del festival. Lógicamente ya estoy escribiendo esto desde casa, de vuelta en mi Almería, ya que el día siguiente tuve que emplearlo en el viaje de vuelta, y no pude permitirme el lujo diario de escribir mis impresiones nada mas despertarme cada mañana. (De hecho comencé a escribir esto el lúnes, y estoy terminándolo el jueves, lo cual indica claramente que se me acabaron las vacaciones, al menos por ahora).
Como ya he comentado mas de una vez, y los desocupados que lean este blog lo sabrán, no me impongo ninguna norma al escribirlo, ninguna obligación. Por tanto, como el concierto de la tarde, el del trio de Lionel Loueke me dejó bastante frió, y realmente no se si fue por ellos...o por mi, voy a tomarme la libertad que mi propio blog me da, y no voy a hacer reseña de dicho concierto.
Así que me paso directamente, como si la tarde la hubiese pasado en una larga siesta - bueno, algo parecido quizás me ocurrió - y directamente aparecí en Mendizorrotza.
El primero de la noche era Allen Touissant. Voy a ser sincero, según todo lo que he leido sobre él, debe tratarse de una leyenda viva de la música de Nueva Orleans, pero yo ni me habia enterado. Lo cual me demuestra que cuanta mas música conozco y escucho, mas inabarcable me parece este mundo.
Dicho esto, este buen hombre, todo un venerable y elegante hombre de color - de color negro, vamos - se sentó ante un piano de cola, y el solito nos brindó un amable concierto, donde hubo mucho sabor a blues, a dixieland, a rithm´n´blues, a country, en fin a muchas de esas raíces que poco a poco han ido formando a todos los músicos norteamericanos, en primer lugar, y del resto del mundo despues, y que han dado lugar a esto que llamamos jazz.
Lo que Touissant hizo no puede decirse que fuese jazz, aunque tuvo sus improvisaciones, pero realmente demostró ser un buen artista, notable pianista y no muy destacado cantante, pero bastante soportable en esas lides. Supongo que es mas compositor para otros músicos que para él mismo. Da igual, a mi me agradó, sin entusiasmarme, y aplaudí con gusto cada una de sus interpretaciones. Y hubo momentos realmente brillantes con el piano, en donde enlazaba, a modo de mega-meddley cantidad de melodías conocidas, procedentes de todo tipo de composiciones - clásica, blues, pop, etc - con una maestria realmente notable.
Como el hombre tampoco debe estar para muchos trotes, su concierto duró unos 60 minutos, no creo que mas.
Tras el descanso, me preparé - ya bastante cansado físicamente - para el último concierto: La Jazz at Lincoln Center Orchestra, dirigida por Wynton Marsalis.
El repertorio a escuchar no era una sorpresa: ibamos a escuchar la versión completa de la Suite Vitoria, composición de Marsalis, para orquesta - de jazz, entiendase - totalmente dedicada a la ciudad de Vitoria. Todo un lujo para los vitorianos, la verdad.
En su día, hace 3 años, presentó una primera versión de la suite, pero justo ese día yo no pude estar en ese concierto.
Pero, el destino ha hecho que si que haya podido escucharla, y ademas al parecer mejorada, y con un invitado muy especial. Como dijo Wynton, su "brother" Chano Dominguez estaba ahi para tocar en un par de movimientos de la suite, en la que ha colaborado ayudando a Marsalis en las partes mas flamencas - estilo musical en el que el norteamericano, como es lógico, no es un experto.
¿Que me pareció la suite?. En conjunto, me gustó, pero al ser bastante larga, lógicamente hubo movimientos que me gustaron mas que otros. En general no soy muy aficionado a las Big Bands, salvo casos excepcionales como la de Duke Ellington, que me gusta mucho. Entiendo que la composición para este tipo de orquesta es un reto para cualquier músico, trabajar los arreglos para todos los metales tiene que ser muy bonito y muy gratificante para un compositor. Pero, después, a mi para escucharlo, no suele emocionarme demasiado.
Si a eso le sumamos que la composición de Marsalis, que es bastante tradicional - y no lo digo de forma peyorativa - no sorprendía demasiado, pues reconozco que tuve mis ratitos de sopor.
El movimiento que mas me gustó, pues claramente el llamado "Buleria", en el que salió Chano al piano, junto con su mini-grupo flamenco: El piraña al cajón, un cantaor - olvide el nombre - y el bailaor Tomasito, que es todo un espectáculo.
Para terminar el concierto, una composición de Chano Dominguez, llamada "De Cadiz a Nueva Orleans", que no estuvo nada mal.
Y así llegó a su fin una intensa semana, unos días en los que puedo garantizar que logré olvidarme de la rutina y problemas diarios, y centrarme en lo que mas me gusta: la música. Es una terapia que recomiendo a cualquier melómano, músico..y me atrevería a hacerlo extensivo a cualquier persona con sensibilidad. Todo un placer estar en Vitoria en su semana de festival de jazz. Espero seguir repitiendo mientras el cuerpo - y la economía - aguante.
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