domingo, 12 de junio de 2011

La cara oculta de los homenajes

Pink Tones, Homenaje a Pink Floyd. Campo de futbol de Huercal de Almería, 11 de junio de 2011
Una vez mas comparezco por aquí para contar lo que otros cantan, o tocan...que para el caso es lo mismo.

En más de una ocasión en este mismo blog he relatado mis experiencias - casi siempre placenteras - al escuchar a grupos de los conocidos como "de homenaje", o por usar el término internacional, Covers Bands. También siempre he defendido la existencia de este tipo de bandas - no en vano yo he pertenecido a alguna de ese estilo, y lo volvería a hacer - ya que me parece que el rock o el pop que merece la pena ser versionado no es más que el equivalente a la llamada "música clásica", y nadie discute si es pertinente o no que una orquesta sinfónica haga "versiones" de Beethoven o de Mozart, y tampoco que discute que las realicen con la mayor fidelidad posible al original. En el caso del pop o el rock, cierto es que la mayoría de bandas existentes versionan a otras que están en activo aún - para nuestra suerte, en la mayoría de los casos - o bien que aun habiendo desaparecido, muchos de sus miembros siguen entre nosotros, con mayor o menor salud - dependiendo de los excesos cometidos durante su azarosa vida artística. Por tanto, una vez más defiendo "a capa y espada" - si hace falta me batiré en duelo "musical "con quien me lo pida - a los músicos que se esfuerzan por recuperar, conservar y mantener la música de los grandes autores e instrumentistas de la segunda década del pasado siglo, y haciendo que podamos disfrutarla en directo, que es como la música adquiere su total sentido.

Dicho esto - por enésima vez, lo sé - es normal que me fijase en un cartel apareció en algunas fachadas - si, todavía se pegan carteles - en el que se anunciaba la actuación de 3 bandas de este tipo en el campo de fútbol de Huercal de Almeria. De las tres, realmente me interesaba bastante solo una de ellas, ya que uno tiene sus preferencias. Actuaban la "Bon Scott Band", que como es lógico hacen su homenaje a AC-DC, los Metallmania, que hacían lo propio con Metallica y los "Pink Tones" que homenajeaban a los Pink Floyd. Aunque no le hago ascos al buen heavy metal, reconozco que nunca ha estado entre mis estilos de cabecera. Pero en lo que respecta al rock progresivo, eso es harina de otro costal. La posibilidad de escuchar versiones de los Floyd en directo siempre es una buena excusa para acudir a un concierto.

Había algo que me frenaba un poco, y era el hecho de haber visto al mismísimo Roger Waters en directo - ver mi artículo sobre el concierto en este mismo blog - hace unos pocos años, cuando presentó su show de "Dark side of the moon". No solo escuché al completo dicha obra maestra "en vivo", de manos de uno de sus creadores, sino que también pude disfrutar de algunos otras joyas de los "fluidos rosas" en esa misma ocasión. Ese show me pareció fantástico, y por tanto, pensé que podría ser contraproducente escuchar a un grupo homenaje, cuando había disfrutado de un "casi-original" que aún conservaba en mi retina (y oídos).

Aún así, y tras la insistencia de mi hija mayor, que va descubriendo poco a poco las maravillas de la buena música - sea la que sea - y algún que otro amigo que planeaba acudir, decidí decirle a mi mujer que cambiábamos una tranquila noche de sofá y cine por un buen plantón frente a un escenario. Bueno, ya está acostumbrada. Le prometí buena música, luces de colores y que lo pasaríamos bien. Ese argumento ya lo usaron los "Mecano" con bastante éxito, ¿Por qué no me iba a servir a mi?.

La casualidad - porque no tenía nada claro el orden de actuación de las tres bandas - hizo que llegásemos justo cuando el concierto de los "Pink Tones" comenzaba. Y ya ese comienzo me sorprendió, porque curiosamente no eligieron para darnos la bienvenida algún gran éxito de la banda. De hecho tuve que buscar un poco en mis archivos musicales mentales para recordar en que disco estaba ese comienzo instrumental con el que nos deleitaron: "Obscured by clouds", uno de los álbumes menos conocidos de la banda inglesa, y reconozco que uno de los menos escuchados por mi, aunque nunca es tarde para enmendar errores.

De entrada, y ya desde este primer tema, me quedó claro que esta no era una simple banda ocupada en interpretar las canciones, sino que también se habían trabajado el otro aspecto fundamental en la banda psicodélica por excelencia: la puesta en escena. Humo en abundancia por el escenario, buena iluminación - tratando de imitar en lo posible la de la banda original, y hasta un laser que ponían en funcionamiento de cuando en cuando. Y alguna sorpresa más que comentaré mas adelante.

Inmediatamente después de esta atípica introducción ya sí que comenzaron a abordar los "clásicos", empezando "Dark side of the moon", con sus temas enlazados "Speak to me/Breathe", "Time" y "On the run".

Como si quisiesen respetar la cronología de álbumes - aunque luego no lo hicieron -, inmediatamente se enfangaron con "Shine on your crazy diamonds" tema que ocupa casi la mitad de su álbum "Wish you were here" y que, si no recuerdo mal, interpretaron al completo. También de este álbum sonaron "Have a cigar" y el precioso tema que da título al disco - y que dedicaron a su malogrado compañero Syd Barrett - "Wish you were here". Solo les faltó "Welcome to the machine" - que estoy seguro que también sabrán interpretar - para completar dicha obra.

Eché en falta algo del "Animals", pero se lo saltaron, para volver al "Dark side of the moon", y hacer una buena versión del "Money", durante la cual intenté, no sé si con éxito,- explicarle a mi hija lo que es un compás de 7/8.

Durante toda la interpretación de estos temas, como es lógico, no perdí detalle de cada músico de la banda, y llegado ese momento ya me había hecho una idea de lo que se movía por el escenario. El guitarrista principal y cantante - no puedo decir los nombres, porque cometieron el error de no presentarse - me pareció que era el claro líder de esta banda, y demostró sobradamente su pericia con la guitarra - sobre todo en los calcados solos de David Gilmour – siendo su voz aceptablemente buena. También hay que tener en cuenta que ninguno de los dos cantantes originales de Pink Floyd (Waters y gilmour) son una maravilla a nivel vocal, aunque personalmente me encanten sus voces. La cuestión es vocalizar bien, y ponerle ganas a cada tema. En las partes más agudas - las que a veces suele hacer Waters - tampoco se defendía mal.

El otro guitarrista también me pareció buen instrumentista, y a eso hay que añadir que además tocó el saxo en "Shine..." y en "Money", lo que me hace pensar que quizás sea un saxofonista metido a guitarrista, más que lo contrario. En cualquier caso, ambas cosas las hizo bastante bien.

El batería y el bajista hicieron su labor. En el caso del batería, basta con aprenderse bien los golpes que Mason va dando, y tratar de ser un buen metrónomo. Y no lo digo despectivamente. Ninguna de las dos cosas me parecen fáciles, y las dos las hizo bien. En el caso del bajista, creo que no le llega al estilo imaginativo de Waters con el bajo, pero lo hizo bastante bien. No así como cantante, que está claro no parece ser lo suyo. De todas formas, no cantó demasiado, así que todos contentos.

El teclista también me pareció correctísimo. En algunas ocasiones no conseguía crear esas famosas cortinas de sonido de las que Rick Wright era especialista, pero en general cumplió muy bien su cometido. Y llevaba un buen arsenal de teclados, entre los que pude distinguir un Clavia (supongo que un Nord Lead) con el que hacia los indispensables Hammond, y un sintetizador (no pude ver la marca y modelo) auténtico, con el que consiguió algunos sonidos “setenteros” bastante logrados.

Por último, el buen hacer de las dos cantantes de la banda quedó patente durante la interpretación de uno de los temas más complejos de la banda, a nivel vocal, el famoso "The great gig in the sky". Hasta ese momento, las dos chicas habían realizado una buena labor como coristas, y siguiendo bastante bien la coreografía típica de las chicas que suelen acompañar a los verdaderos floyd - o a Waters en solitario. Pero en ese tema demostraron su valía como cantantes. Muy buena interpretación, desde luego. Ese es un tema en el que si no se cuenta con unas buenas voces, es mucho mejor no hacerlo.


Como los rios llegan al mar, cualquier concierto de los Floyd, sea de los verdaderos o de alguna banda de homenaje, desemboca en "The wall". La obra cumbre de la banda y que, paradojicamente, resultó ser el principio de su fin, contiene infinidad de melodías conocidas, temas míticos que ya han pasado a formar parte de nuestra vida, de la memoria colectiva musical mundial. ¿Quién no ha coreado a voz en grito alguna vez el "We don´t need no education..." de "Another brick in the wall". ¿A quién no se le han puesto los vellos de punta escuchando canciones como "Mother" o "Comfortably numb"?. Alguno habrá, pero seguro que tampoco sabe que Franco ha muerto, y que el Madrid es campeón de Europa desde hace tiempo, como contaba aquel viejo anuncio. Vamos, que posiblemente es que haya vivido en otro planeta.
Así que los chicos de "Pink tones" empezaron a "darle caña al muro". Sonaron temas como "In the flesh", "Another brick in the wall" - sus tres partes - o "The happiest days of our lives". Y fue en este momento donde, además de deleitarnos con música e iluminación, empezó a crecer un gran muñeco hinchable en la parte izquierda del escenario, representando al famoso profesor de "The wall" (recordad...el de "hey...teacher...leave the kids alone"), ese que diseñó para el álbum el dibujante Gerald Scarfe, y que ya forma parte de los símbolos asociados a la música de Pink Floyd y The wall. Con sus inquietantes focos en los ojos, y sus movimientos de mano, dio un toque aún mas especial a la interpretación de los mencionados temas.

Ya iba acercándose el fin del concierto, tras más de dos horas de música, cuando pudimos escuchar la maravillosa "Mother". Lamentablemente no se qué problema tuvieron con este tema, que sonó bastante mal durante su parte central, dándome la sensación de que algunos músicos estaban tocando en una tonalidad diferente a los demás. Ya que la banda demostró sobradamente su calidad musical durante todo el concierto, quiero pensar que fue algún problema técnico, no imputable a los músicos.

Como bises nos regalaron el cercano al heavy "Run like hell", y el grandioso "Confortably numb", que lamentablemente también tuvo algunos momentos "extraños" en lo que al sonido y voces se refiere. Vuelvo a repetir que prefiero pensar que era cuestión técnica. Aún así, el guitarrista y líder de los "Pink Tones" nos hizo vibrar con el solo final de guitarra de este tema, dejando un buen sabor de boca final.

Aparte de los dos "pequeños" fallos comentados, si algo eché en falta en esta banda fue su poca - casi nula - comunicación con el público. El líder se dirigió en un par de ocasiones al público, de forma escueta. Prueba de ello es que, como comentaba antes, ni siquiera emplearon un par de minutos para presentarse, cosa que me parece fundamental. Podríamos decir que se tomaron bastante en serio lo de la "cara oculta". Yo creo que se puede ser una banda de homenaje en la que lo importante es el grupo homenajeado, pero los que se los están currando en el escenario tienen nombre y apellidos y a mí me gusta saberlos. Manías. Podría buscar la información sobre ellos por internet, pero no voy a hacerlo. Suelo recurrir a eso cuando no logro retener los nombres, pero en este caso no me dieron opción a eso. Si por casualidad leen este blog, que se lo tomen como un pequeño tirón de orejas, con la mejor intención. Y que tomen nota.

Por lo demás, tengo que reconocer que me dejaron bastante asombrado, porque imagino lo que cuesta montar y mantener una banda así. Mucho esfuerzo musical y organizativo, y seguramente una gran inversión previa, que luego nunca se sabe si se va a recuperar. Ojalá sea así, y duren muchos años, porque lo hacen realmente bien, y anoche nos hicieron disfrutar y soñar con la maravillosa música de unos genios del siglo XX: Pink Floyd. Bien por los "Pink tones".

Fotos: Paula García

lunes, 7 de marzo de 2011

En el templo del rey David

David Lenker, Francis Pose, Manuel Toro y Eva Montiel, 5 marzo de 2011, Asociación Clasijazz (Almería)
La zambullida de la noche anterior en ese romántico universo de la música italiana, sentimentalmente intensa pero musicalmente sencilla, hizo que pasase parte de la mañana del sábado sentado al piano, recordando esas melodías y viendo como fluían de mis dedos, con esa satisfacción inmediata que da interpretar la música popular.

Ah, pero ya sabía yo que la noche del sábado me devolvería a la cruda realidad, a la música con mayúsculas, esa a la que uno aspira pero no sabe si llegará alguna vez. La que te hace pensar que te falta otra vida para lograr dominar un instrumento como algunos de los músicos a los que tanto admiro. Y esa noche iba a tener la suerte de compartir un buen rato con algunos de ellos.

Ya he hablado en este mismo blog con anterioridad de David Lenker. Pianista norteamericano afincado desde hace ya mucho en nuestro país, actualmente en la provincia de Málaga. Tuve la suerte de tenerlo como profesor en un seminario en Granada hace un par de años, y desde entonces siempre que he coincidido con él ha resultado muy satisfactorio para mis oídos. Si a eso añadimos se trata también de una gran persona, de magnífico trato y gran sentido de humor, pues resulta siempre un placer volver a verlo. Hace un año nos visitó tambien en Clasijazz, y en esa ocasión compartiendo escenario con mi amigo el guitarrista Antonio Gómez, otro de los grandes de su instrumento. No voy a contar mas, porque en este mismo blog ya comenté en su dia ese fantástico concierto, y espero que esa colaboración continúe en el futuro.

Pero en esta ocasión David acudía a Clasijazz a presentar un proyecto propio llamado “Ways”, aunque en la publicidad del club venia anunciado como “David Lenker Trío”. Sin embargo, tal y como el explicó brevemente durante el concierto, se trata de algo parecido a una cooperativa musical, con el denominador común de interpretar sus composiciones, pero intentando dar cabida a muy diferentes músicos, algunos de los cuales - a los que nombró - no pudieron estar esa noche.

Para la ocasión que nos ocupa le acompañaban tres sólidos músicos: Francis Posé – de sobra conocido para todo aficionado al jazz en este país, al contrabajo– Manuel Toro, en la percusión, y Eva Montiel como vocalista.

El concierto dio comienzo de forma muy singular con un tema llamado “Bicheria”. Hasta yo, que creo estar curtido ya en estas lides, llegue a pensar que Lenker y sus colegas iban a dar un recital de free jazz durante los primeros minutos, escuchando la introducción de dicho tema. Mi mujer me miraba con esa expresión de “¿pero en que lío me has metido esta noche?”. Sin embargo, poco a poco el tema fue evolucionando hacia una música más entendible.

Como para compensar, la siguiente composición – “El baile de los girasoles” – nos introdujo mucho más claramente hacia el camino a donde se dirige la música de Lenker. Según él mismo comenta, últimamente está muy interesado en hacer canciones, y de ahí que también contásemos esa noche con Eva Montiel, para poner voz a algunas de las letras sus composiciones.

De esta primera parte me quedaría - aunque me gustó al completo - con un precioso tema llamado “Reinado sin rey”, basado en una composición de Johann Sebastian Bach, aunque también me parecieron muy interesantes las dos composiciones en las que nos presentó a Eva Montiel: “Close your eyes” y “Fly”. Lástima que a la voz de Eva le faltase un poquito de efecto “reverb”, y sonase algo seca, para mi gusto. Pero, aún así, demostró cantar realmente bien.

La segunda parte posiblemente fue aún mejor, si cabe. Según David en el primer pase aún andaba “haciéndose con el piano”, y fue en el segundo donde realmente disfrutó en sus improvisaciones. Yo diría que las del primer pase fueron igual de buenas, pero…no vamos a contradecir al maestro, que de esto demuestra saber mucho mas que yo.

El que no pareció tener que familiarizarse con el contrabajo fue Francis Posé. He visto a este fabuloso contrabajista en numerosas ocasiones – la última, con Iñaki Salvador y Roper en un fantástico trió que tienen montado – pero realmente nunca le había escuchado arriesgarse tanto en sus improvisaciones como en esta ocasión, arrancando los aplausos del público tras cada uno de sus solos. Y no era para menos, ya que creo que puso su alma en cada uno de ellos.

No querría olvidar, desde luego, la labor de Manuel Toro, con su pequeño set de percusión, dándole a todos los temas el ritmo y color preciso, sobre todo con el cajón peruano, tocado con escobillas, o con las manos, creando tensión y llevando impecablemente el ritmo, a veces muy complejo, de los temas que sonaron allí. No conocía hasta ese momento a este percusionista, pero a partir de ahora le seguiré la pista.

Comenzaron esta segunda parte con “La punta de la Plata”, tema con una melodía muy cercana al flamenco, y siguieron con “La ratonera”, un 3/4 ( o 6/8, no se) muy simpático y rítmico. Pero donde realmente lograron alcanzar el climax de la noche fue en un tema ya conocido por mi y que me parece una de las mejores composiciones de David: “Blues andaluz”. La introducción con el arco de Posé al contrabajo ya nos dejó prácticamente sin respiración, y lo que vino después no es fácil de describir con palabras. Realmente es imposible, así que ni lo intento. Tras este alarde de lirismo, el mismo Francis pidió a David tocar “algo alegre”, y realmente nos animaron con un tema llamado “Skink”.

Volvió al escenario Eva para interpretar “Sail your sheep” y “Dicen”, éste último en castellano. Preciosa melodía la de este tema, conocida por mi ya que es el que abre el CD de piano solo de David titulado “Soledades”.

Despues una pieza a piano solo, el concierto acabó de forma espectacular con otra animada composición de David llamada “La Rumbita”, en la que podríamos decir que “echaron el resto”.

Aplausos, felicitaciones y un ambiente inmejorable en Clasijazz. Lástima que al ser la segunda noche que salíamos de "parranda musical", tanto mi mujer como yo estábamos algo cansados y decidimos marcharnos pronto. En un lugar tan agradable como Clasijazz es fácil dejarse llevar y volver a casa a esas horas intempestivas que luego pasan factura. Pero nuevamente regresé satisfecho: esa noche el club, esa pequeña parte de Almería donde la música en directo tiene el trato que merece, se había transformado en el templo del Rey David...Lenker, y creo que su reinado será largo y fructífero.

domingo, 6 de marzo de 2011

Todas las vías llevan a Dalma

Sergio Dalma, 4 marzo de 2011, Auditorio de Roquetas de Mar (Almería)

Dicen que no es bueno mezclar. Con la bebida, supongo, porque si se mezcla una pizca de nostalgia, unas gotas de buen gusto, unos cuantos buenos músicos y una excelente voz, en una cazuela adecuada, pues resulta que –para asombro del que suscribe - sale uno más que satisfecho de un concierto de Sergio Dalma.

Todo tiene su explicación, y no es que quiera excusarme por ir a ver a un cantante típicamente melódico, de esos que generalmente los músicos y/o melómanos tendemos a despreciar, no faltos de razón en muchas ocasiones.

La cuestión es que hace unos meses, por casualidad, escuché el disco que Dalma acababa de editar y que, si no me equivoco, iba totalmente enfocado a ser un superventas navideño. Se llamaba "Via Dalma", y cuando escuché los acordes de la guitarra de la primera canción del disco - "Bella sin alma" - noté un cierto cosquilleo en el estómago, esas mariposillas que uno sentía cuando con trece o catorce años soñaba con sentarse en el autobús de una excursión del colegio con aquella chica por la que bebía los vientos. Sorprendido por las sensaciones – es que uno no es romántico por naturaleza, la verdad - llegó la segunda: "Yo caminare", aquel tema de Tozzi que en España popularizó Fausto Leali, y me di por vencido. Me estaba gustando, y mucho, un disco de Sergio Dalma. Estuve tentado de ir a un espejo para ver si tenía más "arruguillas" de la cuenta, por eso del "¿me estaré haciendo mayor?". Pues será que también hay algo de eso.

Así fueron cayendo una tras otra, esas melodías con las que crecí, de finales de los 70 y principios de los 80. Ahí estaban temas de Umberto Tozzi - al que siempre he admirado mucho -, de Toto Cotugno, de Richard Cocciante, de Sandro Giacobbe. Esas canciones con esas letras claramente machistas y que a veces se acercaban peligrosamente al borde de la violencia de género – aunque en esa época los polítiquillos aún no habían bautizado de esa forma tan elegante a lo que hacen algunos cabrones que pegan y matan a las mujeres -, pero que en esa época hacían enternecerse y hasta llorar a las jovencitas, y a nosotros nos hacían soñar con un simple roce a través del suéter de alguna de esas tiernas infantas - o no tan tiernas, que de todo había, en las oscuras – por la poca luz, no por otra cosa - fiestas de instituto de mi adolescencia.

Pues andaba yo disfrutando, de cuando en cuando, de esa pequeña joya discográfica, cuando llega a mis oídos que Sergio Dalma recalará en el Auditorio de Roquetas de Mar - esa localidad cercana a Almería. que ya cuenta con mejores servicios que la capital en muchos ámbitos, uno de ellos su magnífico auditorio – y no me lo pensé dos veces. Al poco tiempo, y con la ayuda de mi mujer y de internet, tenía ya reservadas mis entradas para el evento.

Como es habitual - no puedo evitarlo - comenzó mi labor de documentación. Tenía que saber más sobre el nuevo trabajo de Sergio, la banda que traería, sus discos más recientes, etc. De él sabía lo que casi todos: aquel jovencito de simpática sonrisa “profiden” que estuvo a punto de ganar Eurovisión en el año 91, con la celebérrima "Bailar pegados". Poco más. Bien es cierto que siempre he tenido un cierto respeto por este artista, aunque en cierta época de mi vida ¡¡¡ no me hubiese comprado un disco de el aunque me torturasen !!!. Pero es de estos tipos que caen bien. No es habitual de la prensa rosa - salvo una corta época en la que se divorció de una despampanante rubia, hace ya bastantes años - y tiene una voz bastante cautivadora. Por lo demás, sus canciones eran de esas de las que yo tendía a huir como de la peste, por su temática romanticona y ,sobre todo, por su lamentable instrumentación, en general.

Sin embargo, este "Via Dalma" sonaba realmente bien. Guitarras acústicas cristalinas y bien ejecutadas, guitarras eléctricas en su justa medida y sin excesivos efectos, pianos acústicos y eléctricos muy bien encajados, de sonido impecable, órganos Hammond B3 preciosos y precisos, y bajos y baterías con un sonido moderno, hasta con un cierto groove. Sorprendente. Eso sí, lo había grabado en Italia, con músicos italianos. Pero escuché su anterior disco , llamado "Trece" y resultó que el sonido era similar. Al parecer lo habia grabado en EEUU, buscando tambien un sonido distinto. Pues nada, que nunca dejará uno de sorprenderse. Ahí me teníais...escuchando lo ultimo del Capdevila - es que se llama así en realidad - y sin pestañear.

Y llegó la noche del concierto. Iba con ganas, pero con mis reservas, claro. Una cosa son los discos, y otra muy distinta los directos. A ver si me encontraba de repente en medio de una horterada de órdago, con maduritas gritando y quitándose los sujetadores - con dificultad - y con luces de colores (lo pasaré bien!!!) - y sonido de pachanga de pueblo. Estaba casi seguro de que no. Un amigo me comentó que el bajista de la banda de Sergio era José Vera. En Spotify pude escuchar su último disco "Butterfly" y pensé: "un tío que toca así y graba estas cosas, no estará metido en algo que no tenga una mínima calidad, ¿no?".

Así pues, allí estaba yo, en la fila 20 del auditorio - un poco lejos para mi gusto, pero es que últimamente Dalma esta teniendo un renovado éxito, y el auditorio estaba lleno hasta la bandera - deseando que se abriese el telón, para ver que me encontraba.

Y lo que encontré me gusto desde el primer momento: un escenario sobrio, con una decoración muy "Cinema Paradiso", con cintas de película por el suelo, focos típicos de plató cinematográfico, y una musiquilla italiana sonando. Aparecen los músicos, se saludan como si no se hubiesen visto ya en los camerinos, escenificando un poco con esos exagerados gestos típicamente italianos - "¿capicci?..¿ma que cosa?" - y empieza a sonar el bajo con esas caracteristicas notas del "Stand by me", pero en versión italiana, es decir: "Pregheró" de Adriano Celentano. Ahí me di cuenta de cuánto iba a disfrutar de la noche.

Enlazando con ese clásico, otro que no se queda a la zaga: "Soy italiano" de Toto Cotugno. El público entregado ya desde el primer minuto, mientras Sergio, con esa voz ronca y bien afinada, iba repasando los temas de su "Via Dalma". "Yo caminare" – mi favorito, por cuestiones sentimentales - , "Bella sin alma", "El jardín prohibido", "Corazón gitano", "De amor ya no se muere", "Tu", "Mi libre canción", todas versionadas de forma impecable, introduciendo elementos más actuales, y liberándolas justo de esos añadidos que hacen - con todos mis respetos - mas melosas de la cuenta a las originales -. Mucha "culpa" de ese resultado la tuvieron los músicos del escenario: El teclista – y director musical del tinglado - Miguel Ángel Collado y el guitarrista Jorge D´amico, ponian el buen gusto, la sensibilidad y las variaciones armónicas, y el bajista José Vera y el batería Cristian Constantini aportaban la solvencia y la precisión. Claro está que así, a poco que un cantante lo haga bien...triunfa. Y Dalma canta bien, muy bien. Como comunicador no es una maravilla, aunque se esfuerza - cuando hablaba con el público, no parecía improvisar mucho, sino seguir un guion un poco forzado - pero como cantante es de los buenos, a mi entender.

Tras una primera parte de más de una hora repasando prácticamente todo el disco "Vía Dalma", y haciendo amago de marcharse - aunque todos sabíamos que no iban a hacerlo - dio comienzo una segunda parte donde sonaron algunos de los viejos éxitos de la ya abultada carrera de Sergio, así como algún tema de su último disco de temas originales, llamado "Trece", como "Mientras tanto" y "Alas rotas". Posiblemente olvido alguno.

Era normal que sonase el "Bailar pegados" y me gustó mucho la forma de abordarlo, a dúo con el pianista, que supo jugar con la armonía del tema, haciendo que en ocasiones sonase más novedoso, pero sin perder la identidad del que es el tema bandera de la carrera de este artista.

En esta segunda parte reconozco que disfrute un poco menos, debido sobre todo que no conocía su repertorio, aunque temas como "Galilea", de su primer disco, sí que me resultaron bien conocidos.

Tal y como prometió la megafonía del teatro, aproximadamente una hora y cuarenta minutos más tarde los músicos abandonaban el escenario, de forma bastante abrupta, todo hay que decirlo, y las luces del Auditorio de Roquetas se encendieron de inmediato. Quizás ese final precipitado – no volvieron al centro de escenario a saludar, no hubo presentación de los músicos, etc – me dejó un poco frio a la salida.

No quería dejar de comentar algo que me molesta enormemente en casi todos los conciertos en auditorios a los que acudo, y que nada tiene que ver con los músicos (o al menos directamente). Me refiero al empeño en prohibir la realización de fotos o videos durante los conciertos. No se me entienda mal, no estoy en contra de que se prohíba, pero creo – o más bien exijo – que los responsables deberían buscar una forma de controlar el cumplimiento de esa prohibición que pase por no resultar una constante molestia para todos, sobre todo para el resto del público de la fila en la que el infractor de turno, móvil en ristre, se empeña en inmortalizar el concierto. Ahí tenemos siempre a la azafata de turno intentando por todos los medios hacerle llegar el mensaje al "supuesto delincuente", y que normalmente lo que consigue es sacar de sus casillas al resto de público que, sin estar cometiendo ninguna ilegalidad, están siendo molestados y distraídos constantemente durante el concierto. Ayer no fue una excepción. Reconozco que cada vez me molesta mas, y cualquier día voy a reaccionar muy mal ante el personal de un auditorio o teatro que me molesta y me impide ver tranquilo ese espectáculo. Tienen que plantearse otros métodos que no pasen por molestar a todo el mundo, para amonestar a unos pocos. Por no hablar de que realmente no se si existe algún impedimento legal - pero de verdad, con algún Real Decreto que haya sido publicado en el B.O.E. - para que alguien en el uso de su libertad individual estando en un lugar publico, en el que ademas ha pagado por estar, pueda sacar una foto. Otra cuestión es que el manager o responsable de turno quiera hacer esas exigencias, y las transforme en pseudo-leyes, y todos las acatemos sin rechistar. No hablaré de eso, no.

De paso, a los que se empeñan en hacer fotos también les diría que no sean tan inocentes, que las fotos suelen son casi iguales tanto en la primera canción como en el ultimo bis. Que se esperen justo al final del concierto, momento en que, milagrosamente, ya a nadie de los responsables parece importarle que se hagan fotos, que también tiene narices la cosa.

Bueno, en algún sitio tenía que soltar esta parrafada, y le ha tocado al concierto de Dalma. No querría acabar así, que parece que saliese cabreado de un buen concierto. Al contrario. Feliz nuevamente de disfrutar de buena música, que a veces nos llega de donde uno menos espera. Por cierto, creo que dentro de poco vienen “Pecos” a tocar a Almería. ¡¡¡No, no!!!, todo tiene un límite. Ese…que lo comente otro.


domingo, 16 de enero de 2011

Un feliz cruce de caminos

Albert Bover y Horacio Fumero, 15 de enero de 2010, Asociación Clasijazz (Almería)

Ya intuía yo que la semana musical iba a tener como colofón un concierto que prometía tanto o más que el de Ruibal que comentaba en mi anterior entrada de este blog. Pero realmente me quede corto.

Tras una mañana algo movida en la que participamos en la inauguración del nuevo “Museo del Cine de Almería”, en mi caso amenizándola como parte del cuarteto de Antonio Gómez y su precioso proyecto “Cine Et Swing”, y con un cierto cansancio en el que tenían mucho que ver las cañitas de cerveza – y sus correspondientes tapas – que nos tomamos tras la actuación, tengo que reconocer que tanto mi mujer como yo abandonamos con cierto esfuerzo el sofá de casa para encaminarnos a una nueva noche de música en Clasijazz.

El hecho de tener la entrada comprada con una antelación de más de diez días también tuvo mucho que ver en este arrebato de valentía, que nos hizo superar las enormes dosis de pereza que invadían nuestros cuerpos a esa hora. En cualquier caso, allí nos encaminamos, pero nada mas sonar las primeras notas supe que permanecer en el sofá de casa esa noche hubiese representado uno de los mayores errores musicales de mi vida.

¿Y de donde provenían esas notas?. Pues de un dúo de ensueño, dos músicos que por sí solos ya merecen figurar en la enciclopedia del jazz de nuestro país, así que no os voy a contar donde merecerían estar los dos juntos. Hablo del pianista Albert Bover y del contrabajista Horacio Fumero.

A Horacio se le podría aplicar perfectamente ese famoso refrán que reza “Dime con quién andas….”. ¿Con quien ando el señor Fumero durante dos décadas? Pues nada menos que con Tete Montoliú. Junto al batería Peer Wyboris formó la sección rítmica más habitual del universal pianista catalán. Su nombre figura en mis primeros recuerdos jazzísticos, asociado siempre a Tete. De hecho con Montoliú ya recaló alguna vez por Almería, si no recuerdo mal a finales de los 80, en alguna de las primeras ediciones de nuestro, en aquella época, joven festival de jazz.

De Albert Bover también se podría hablar mucho, aunque lo que yo realmente recomiendo es escucharlo. Y con mucha atención. En noviembre del 2007 acudí a un concierto del quinteto de Miguel Angel Chastang, que también comenté en este blog y aunque fue una sorpresa ver que tras los tambores estaba el mítico Al Foster – que no estaba anunciado – lo que más me impactó esa noche fue lo que salió de los dedos del pianista de ese quinteto. Ese músico era Albert Bover. Desde esa noche me prometí no dejar de acudir a escucharlo en directo cada vez que tuviese ocasión.


Con estos antecedentes reconoceréis que era un concierto ineludible y, como la ocasión merecía, llegue con la suficiente antelación como para coger la mesa privilegiada del club, esa que me permitía tener una visión perfecta del teclado, de ese precioso colín Yamaha con que cuenta Clasijazz. Se aprende mucho escuchando pero los pianistas también aprendemos mucho mirando tocar a los maestros, y este lo es.

El concierto comenzó de la mejor forma posible: un “meddley” de temas de Thelonious Monk. Con una maestría insuperable este fantástico dúo enlazó temas como “Monk´s mood”, “Monk´s dream”, “Ask me now”, “In walked Bud”, la fascinante melodía de “Misterioso” , para acabar con “Well, you needn´t”. Habrá alguna excepción, y no la conozco, pero creo no exagerar si digo que todo pianista de jazz, sea cual sea su nivel, admira y respeta profundamente a Monk. No es nada fácil interpretar sus composiciones. Albert no solo las interpreta a la perfección sino que aporta también nuevas ideas, que ya es difícil, sobre esas maravillosas armonías del maestro Monk.

Tras esta pequeña suite, que ya nos dejó sin aliento, atacaron la balada “I fall in love too easily”. Las baladas son, para mi gusto, la prueba de fuego de cualquier formación de jazz. Si con una balada se consigue captar la atención y generar tensión durante todo el tema, a un tempo extremadamente lento, es que eres capaz de tocar cualquier otra cosa. Pues bien, Horacio y Albert consiguieron – y no solo en este tema, sino en algunos más en el resto de la velada – que tuviésemos que contener la respiración.

Tengo que extenderme un poco sobre las improvisaciones de Bover. De los pianistas de nuestro país – y no solo del nuestro – es quizás el músico que mas me cautiva improvisando. Los puede haber con mas técnica o con más velocidad pero no con mas originalidad y personalidad acometiendo un solo. Su fraseo es tremendamente original y en pocas ocasiones tira de recursos típicos del jazz. Sus escalas siempre tienen algo especial, su mano izquierda es tan imaginativa como la derecha, logrando una independencia entre ambas realmente mágica. Anoche hubo algún momento en que improvisó a dos manos, pero tocando diferentes melodías. Su sentido del ritmo es excepcional, y su repertorio de “voincings” muy extenso y extremadamente sutil. Hasta verlo tocar es un placer, ya que Bover literalmente “acaricia” las teclas, las siente. Pues no sé si me he dejado algo. Es posible.

Comprenderéis que con semejante pianista, y acompañado de un Fumero inspiradísimo también en sus improvisaciones y sólido como nadie acompañando, el concierto iría a mas con cada tema que nos iban exponiendo.

Para rendir también homenaje a otros 2 grandes del jazz, enlazaron un tema de Ellington – “Angelica”, creo que era – con el “UMMG” de Billy Strayhorn, con los que concluyeron el primer pase.

Aprovechando que mi amigo Chipo Martínez tampoco se había querido perder el evento y que ya había coincidido años antes con Fumero, tuvimos el placer los dos de charlar un ratito con ambos músicos, demostrándonos que toda la grandeza que despliegan en el escenario se transforma en humildad y simpatía fuera del mismo.

El segundo pase comenzó con una composición de Albert titulada “Old bottle, new wine”, y a continuación interpretaron el tema que da título al disco que tienen editado a dúo: “Caminhos cruzados”. Nuevamente consiguieron elevar el nivel de tensión a lo más alto, con una delicada interpretación de este bonito – y cual no – tema de Antonio Carlos Jobim. El lirismo alcanzado aquí por Bover fue ya digno del mismísimo Evans, y la delicadeza con el contrabajo de Horacio estuvo a la misma altura creativa.

Intentando nuevamente recuperar la respiración perdida, nos presentaron una versión de uno de los temas que más me gustan, sobre todo desde que lo escuché en aquel mítico “Standards vol. 1” del trió de Keith Jarrett:”The meaning of the blues”. En esta versión Fumero realiza un acompañamiento en ocasiones casi “guitarristico”, rasgando el contrabajo rítmicamente, y dejando que Bover se deslizase como pez en el agua por el teclado, componiendo la melodía casi por completo a base de acordes. Una delicia de tema, y una maravillosa versión, que también está incluida en su disco a dúo. Por cierto, en un alarde de poca visión comercial, reconocido por el propio Horacio, ambos olvidaron traer copias para su venta. Y estoy seguro de que se los hubiesen quitado de las manos, porque el público de Clasijazz anoche estaba encantado con lo que allí sucedía, y no hubiesen dudado un instante en llevarse “un cachito de todo eso” a casa.

Bonita versión también la de “El corazón al sur”, basada en un tango de la argentina Eladia Blázquez con una preciosa melodía ejecutada por Horacio Fumero.

Y para despedirse, Horacio – que además de un fabuloso contrabajista, es un gran comunicador - nos presentó una composición suya. Nos contó que compone poco pero que cuando lo hace, no sabe porque, a sus temas le da nombres de pájaros. En este caso “Carancho”, que así se llamaba el tema, es un ave carroñera del sur de Argentina. Nos hizo referencia al último film de su paisano Ricardo Darín, titulado también así, ya que al parecer de esta forma se les llama en la Argentina a “cierto tipo de abogados” dedicados a sacar partido de la desgracia ajena. Si queréis saber a qué me refiero, no os perdáis esa película.

El caso es que Fumero compondrá poco pero cuando lo hace, lo hace bien. Maravilloso final este “Carancho” tema rítmico y complejo en el que el dúo demostró – si no lo había hecho ya antes – la gran compenetración que existe entre ambos. En ocasiones me recordó mucho a ese otro dúo maravilloso que forman con frecuencia la pianista Carla Bley y el bajista Steve Swallow , aunque posteriormente Albert me comentó que realmente a quien él ha escuchado mas asíduamente es precisamente al ex-marido, y también pianista, de Carla, Paul Bley. Quedamos ambos en darle la vuelta a la situación, y él escuchará con más atención a Carla y yo a Paul.

Como no podía ser de otra manera, no se habían retirado ni un metro del escenario cuando ya se vieron obligados a volver para deleitarnos con un bis que era obligado.

Fumero comentó que nada más entrar a Clasijazz no pudo dejar de observar con cariño y nostalgia una foto del gran Tete. Así que era casi un deber hacer algo de Montoliu, y la elección fue una de sus maravillosas composiciones: “Jo vull que m'acariciis”, una obra maestra en forma de blues. Es fantástico ver como los grandes músicos re-inventan las composiciones de sus “mayores”, y eso es lo que hizo Bover con este tema.

Para finalizar, ya que un solo “bis” supo a poco, tanto al público como al dúo, nos llevaron de la mano al buen “be-bop” de toda la vida, con “Milestones”.

Así, con el sabor de Miles Davis en los oídos - si...es que la música a veces...se degusta - y un gran cansancio pero satisfecho por haber asistido a uno de los mejores conciertos de mi ya abultado bagaje como público, y no sin antes volver a compartir unos minutos de agradable charla con Horacio y Albert (al que por cierto agradezco que me dejase fotografiar con el móvil la servilleta con el set-list de la noche - todo un clásico eso de apuntar la lista de temas en la servilleta del lugar donde se cena ¿no? - para que mi memoria no me traicionase al escribir esta crónica), nos retiramos para un merecido descanso tras un día musical muy intenso. Pero, ya se sabe que "palos con gusto..."

viernes, 14 de enero de 2011

Lo que Ruibal nos dice por su boca

Javier Ruibal, jueves 13-01-2011, Asociación Clasijazz (Almería)

Ya está, ya me ha vuelto a pasar, y nunca se con certeza cuándo va a ocurrir, aunque a veces lo pueda intuir. Me he vuelto a emocionar con un concierto. Javier Ruibal me dejó anoche prácticamente clavado a mi asiento, allí en Clasijazz. Creo que fueron casi dos horas de concierto que realmente me parecieron diez escasos minutos.

Pero empezaré por el principio. Como decía antes, en este caso me iban llegando pistas con antelación. Pistas que me hacían pensar que un recital de este cantautor gaditano no me iba a dejar indiferente.

Una de las principales, algo a lo que yo doy mucha importancia, son los músicos de los que se rodea. En el único disco suyo que yo había escuchado, uno grabado en directo y llamado "Lo que me dice tu boca", lo acompaña gente tan mítica - para los aficionados, claro - como los guitarristas John Parsons (al que yo recuerdo de los tiempos del Rock´n´Rios) o Tito Alcedo, que es otro referente para la guitarra del jazz en nuestro país. También sabía que los grandes Chano Dominguez y Jorge Pardo habían intervenido en discos suyos. Hace poco, además, mi amigo y fabuloso pianista Iñaki Salvador me contaba el enorme placer que suponía para el compartir escenario con este gaditano, haciendo algunos conciertos a dúo. Y, por último y como opinión más cercana y no por ello menos importante, mi buen amigo Antonio Gómez, que lleva ya un par de años colaborando con Javier en sus directos, me cantaba las excelencias de este artista. Se trata de una de esas mágicas cadenas musicales en las que si músicos como Antonio Gómez dicen que para él es un privilegio tocar con Ruibal, y resulta que para mí es privilegio mayor tocar la música de Antonio Gómez, inevitablemente el eslabón más débil de la cadena, que soy yo, tiene que quedarse obnubilado con el más fuerte, que en este caso es Javier Ruibal.

Creo que vuelvo a extenderme demasiado, pero no voy a quitar ni una coma, que para eso estoy en mi blog.

Bueno, a lo que iba. La cuestión es que con estos antecedentes, y además sabiendo que ya el pasado año había estado por estos lares y por circunstancias que ahora no recuerdo - posiblemente yo tocaba en otro lado - no pude asistir, en esta ocasión me propuse no perdérmelo bajo ningún concepto. De los dos días de actuación previstos decidí comprar entradas para la del jueves suponiendo que, teniendo en cuenta la cuesta de enero agravada por esta pertinaz crisis que nos rodea, el local estaría más despejado que en la del viernes. Afortunadamente para la música y para el club Clasijazz- que vive momentos muy altos en lo musical, pero bajos en lo económico - , creo que me equivoqué, porque daba gusto ver anoche ese local. De hecho una de las primeras cosas que dijo Javier al subirse al escenario y mirar de frente al público fue comentar que lo que se veía desde allí "si que era un verdadero espectáculo".

Cuando se trata de conciertos que me interesan mucho tengo la enfermiza costumbre, y los que me conocen lo saben bien y la que mejor, por sufrirlo siempre, mi mujer - de intentar llegar con mucha anticipación al lugar del concierto. Gracias a esa puñetera manía anoche estábamos sentados en una de las mesas más cercanas al escenario de Clasijazz, por lo que disfruté "hasta la última nota" de lo que allí se contó y se cantó.

Y en primer lugar apareció Ruibal, solo con su guitarra, y comenzó con una maravilla llamada "Para llevarte a vivir". Pura poesía, con un bellísimo acompañamiento de guitarra española y un agradable fondo armónico de guitarra sintetizada. Comenzar con una canción así , con la voz cálida pero a la vez enérgica de Javier diciendo cosas como "tengo el mapa del tesoro...tengo el palacio del moro...para llevarte a vivir", ya nos dejó a todos petrificados, y logró crear un silencio y un clima de relajación total en un local abarrotado desde la primera canción. La magia de la música consigue estos momentos, y a mí me alegra haber vivido ya unos cuantos.

Pensé que iba a ser difícil superar ese primer momento, pero me volví a errar. Tras esa presentación intimista, llamó "a la palestra" al amigo Antonio Gómez, que se sentó a su derecha - bueno, a la izquierda visto desde el público - y comenzó a poner su arte guitarristico al servicio de la causa "ruibalera".

Durante un par de temas nos deleitaron a dúo, hasta que se completó el trio, con Javier Ruibal hijo, en la batería y percusión. Curiosa formación, pensarán algunos, con dos guitarras y una batería. ¿Y dónde está el bajista?. Pues no, no había bajista. Y tengo que reconocer que, salvo en ocasiones en las que el ímpetu de Ruibal Jr. a los tambores tapaba un poco a las guitarras, en general no se echaba de menos a un instrumento que normalmente se considera indispensable en cualquier formación.

Poco a poco Ruibal nos fue ofreciendo un repertorio de canciones a cual más bella e interesante. Su estilo no es fácil de definir. No es un cantautor "al uso". Abundan en sus armonías

muchos ecos de su Cádiz natal, de chirigotas, de habaneras y también mucho de oriental con reminiscencias árabes . Buen ejemplo de esto último es el precioso tema "Si no me besas". Incluso, ya casi al final de concierto, algún tema me recordaba mucho el estilo de los grandes grupos del rock andaluz, como Triana o Alameda.

Me sorprendió gratamente su dominio con la guitarra - uno piensa siempre que los cantautores saben los acordes justitos para acompañar sus letras - tanto armónico como rítmico. Pero eso sí, para los adornos y los solos estaba a su lado el maestro Antonio Gómez, que en más de una ocasión nos dejó sin aliento. Sé que es difícil de imaginar, pero os puedo asegurar que algunos fragmentos de sus solos al final de concierto, cuando soltó la guitarra española y agarró su eléctrica con distorsión, podrían encajar perfectamente en cualquier tema de Iron Maiden. Sin embargo ahí estaban, en medio de las poéticas tonadas de Javier Ruibal. La música siempre es sorprendente, sobre todo cuando se hace bien y con cariño. Tampoco querría olvidar la excelente labor rítmica de Javi Ruibal hijo, que demostró ser un magnífico batería, y al que espero ver pronto por Almería con su formación propia.

La lista de temas que interpretaron fue larga - como todos los grandes músicos, Ruibal no parecía tener prisa y disfrutaba con cada tema - pero no sé si conseguí retenerlos todos. Sin temor a equivocarme, creo que sonaron canciones como "Ave del paraíso" - coreada por gran parte del público, por cierto - , "Habana mía", "A favor de tu piel", "Agualuna", "La bella impaciente", "La gloria de Manhattan", "Pensión Triana", "Guadalquivir", "Besos en abril", "Pa mi corazón", tema este último que me recordaba mucho al Carlos Santana de los 70.

No se me puede olvidar tampoco mencionar la faceta como comunicador de Ruibal, y su simpatía con el público. Sin abusar de ello, con cuatro palabras previas a cada canción, se mete al personal en el bolsillo con una facilidad pasmosa. Tampoco se trata del típico "como soy de Cadiz, tengo que ser gracioso". No es eso. Simplemente da la sensación de ser alguien ocurrente - a sus canciones me remito - y de estar a gusto con lo que hace. Y eso se transmite desde el escenario en cuanto un músico en esas condiciones se sube a él. Y como demostración de su gracia gaditana nos interpretó como uno de sus bises el simpático y particular himno que ha compuesto para su Cádiz Club de Futbol. Como él mismo dijo, posiblemente no será escogido como himno oficial, entre otras cosas porque sería muy difícil de aprender y cantar en un estadio. Al futbolero medio no se le puede pedir que se aprenda algo poco mas complejo que un "oeee oeee oeee oeee", y la letra de Ruibal sería una verdadera complicación. Ahora bien, para disfrutar con esa letra cantada por Ruibal, es inmejorable. Un tema que empieza con "Se cuenta que ya en tiempos de Tiberio...en Gades huboun equipo puntero...que todos los domingos del imperio...juntaba en el estadio a los romanos futboleros" , o un estribillo como "y vivan los colores de mi club...en donde Mágico es un dios y el fondo sur...la aristocracia" es claramente un divertimento musical asegurado.

Y así, con poesía, buena música y unas pizcas de buen humor, llegó el final del concierto, casi sin sentirlo. Nada más terminar miré a mi amigo el guitarrista Jesus Masero, con quien tuve el placer reencontrarme y de compartir mesa anoche, y casi no tuvimos que decir nada para entender que a ambos nos había encantado lo que allí había sucedido.

Y, por cierto, para completar el goce, el primer concierto del año...!!!sin humo¡¡¡. Lo siento por los fumadores, pero yo estaba en el paraíso.