sábado, 9 de octubre de 2010

Las mil y una caras de Michael

Forever King of Pop. viernes, 8 de octubre de 2010, Auditorio Maestro Padilla (Almería)
Cuando mis hijas me propusieron que las acompañase al musical “Forever King of Pop” reconozco que mi primera reacción fue la rotunda negativa. Estamos en tiempos de crisis y los bolsillos se resienten cuando uno decide asistir a un espectáculo, y mucho más cuando de mi se trata que soy de los que “se apunta a un bombardeo”. Está al caer el festival de jazz de Almería, y soy de los que se compra el abono, así que la perspectiva de soltar los 42 euros “del ala” que costaba ver el musical dedicado a Michael Jackson no me hacía precisamente muy feliz.


Le pregunté a mi hija mayor – que por cierto fue la que mas insistió – si tenía noticias sobre si el espectáculo llevaba músicos para el directo, y me reconoció no saberlo. La idea de pasarme 2 horas y pico viendo a un imitador de Michael Jackson y su cuerpo de baile haciendo “playback” sobre una bonita y perfecta música enlatada no me llamaba nada la atención. Busqué información por internet, para ver si en algún artículo en el que hablasen del espectáculo hacían referencia a los músicos. Nada. Cero. Negativo. Evidentemente, en este país se le da muy poca
importancia a la música en directo y por tanto, en general ,no se valora la dificultad que entraña abordar un montaje así.
En este estado, sumido en ese mar de dudas en las que se entremezclaban el desembolso económico, los burdos imitadores y la música enlatada, en el último momento y mas pensando simplemente en el placer de pasar una agradable tarde en compañía de mis hijas, por fin les di el “sí”.
Cuando entramos al Auditorio – el Maestro Padilla, de nuestra capital – mi preocupación más importante desapareció de inmediato: sobre el escenario, colocados en posiciones estratégicas, algo disimuladas pero sin llegar a estar ocultos del todo, estaban los instrumentos. Teclados arriba a la izquierda, guitarras a la derecha, batería al fondo a la izquierda – el W.C. lo colocarían en otro lugar - y bajo al fondo a la derecha. Respiré
aliviado: la música iba a estar interpretada en directo. Mientras llegábamos a nuestros asientos, mi hija mayor, que iba consultando el programa de mano ya también me aclaraba que entre los integrantes del elenco estaba leyendo “batería, guitarrista, teclista, saxofonista, etc”. “Tranquilo, papá”, me decía.
Pero tranquilo del todo no estaba. Ya son muchos conciertos vistos – y oídos – en el auditorio Maestro Padilla, de los que he salido con el mal sabor de boca de un sonido pésimo. De hecho, en la mayoría de las ocasiones suele ocurrirme. Así que, como no terminaba de creerme que aquello funcionase pensé “seguro que va a sonar fatal”.
Pues que alegría a veces da cuando uno se equivoca de parte a parte. Sinceramente reconozco que posiblemente jamás haya escuchado en este Auditorio la música más claramente y con mayor calidad como en la tarde de ayer. Cuando el show comenzó, precisamente con una introducción instrumental de los fantásticos músicos que el espectáculo lleva, noté con estupor que podía escuchar perfectamente cada instrumento: teclados, guitarras, batería y bajo – este último suele ser el más problemático en el auditorio – sonaban perfectamente, bien nivelados, a un volumen alto pero sin ser estridente. Perfectos. Cuando entraron las voces, la sensación fue la misma. Todo a nivel, todo en su sitio, sin estridencias, con claridad y con potencia. Un diez para los técnicos de sonido, pensé. Me recosté en mi asiento y me dije a mí mismo “no sé lo que vendrá ahora, pero al menos voy a es cuchar buena música”.
Y lo que vino a continuación me gustó, en general. Un buen espectáculo, mezcla entre el típico “musical” que tan de moda está ahora y un concierto de “covers” de Michael Jackson, acercándose más a esto último. Y digo esto porque quizás lo más flojito del show era el guión, el hilo conductor que enlazaba unas canciones con otras, y que casi siempre recurría al sentimentalismo, rozando la sensiblería, con una pareja de maestros de ceremonias - Samuel Gómez y Carolina Serrato - que me dejaron boquiabierto como cantantes, pero que como presentadores no llegaron a conectar conmigo en ningún momento, aunque creo que lo hacen muy dignamente. Sencillamente lo que les falla es el guion, más que sus interpretaciones.
Pero, lógicamente, lo que más esperaba el publico era ver a los sosias del señor Jackson. En estos casos se da uno cuenta de la gran originalidad de un artista: cuando hay que buscarle un doble, y se tiene que recurrir a varias personas para intentar mostrarlo en su plenitud. Es el caso. Para los papeles de Michael Jackson este espectáculo lleva a dos artistas: Fran Jackson, que es un doble casi perfecto de último Michael, que imita perfectamente sus gestos, sus poses y sus pasos de baile. Pero que no canta. Cuando Fran estaba en el escenario, solo movía los labios, y eran otros artistas – destacaría a Alejandra Barella, que “clavaba” el timbre de Michael en ocasiones – los que ponían la voz.
Pues bien, la otra mitad de MJ era el cantante Mampuele. Físicamente con menos parecido a la estrella, aunque muy bien caracterizado, este artista sí que cantaba, imitando bastante bien la voz de Michael, sobre todo en las baladas. Aunque no fue la voz que más me gustó del espectáculo – las de Samuel Gómez, Alejandra Barella y Carolina Serrato me parecieron mucho mas afinadas y agradables – hay que reconocerle a Mampuele que su interpretación en conjunto es muy buena, teniendo en cuenta que debía que ocuparse de cantar, bailar e imitar los gestos del mito, todo en uno sin perder la compostura. Realmente meritorio lo de este artista.
Lo cierto es que disfrutamos de lo lindo con el espectáculo escuchando un repertorio muy variado y realmente completo de los éxitos del ahora llamado “Rey del Pop”. Desde algunos temas de sus inicios con los Jacksons FiveI want you back, ABC, Ben o Blame it on the boogie – hasta todos los grandes éxitos de su carrera en solitario y que hemos escuchado hasta la saciedad. Por recurrir al tópico, porque en este caso creo que es bastante cierto, unas canciones que han formado parte de la banda sonora de nuestra vida: Billie Jean, Beat it, Smooth Criminal, Human Nature, Bad, I´ll be there y muchas más.
Mención especial, desde luego, para el montaje escenográfico de “Thriller”, con el cuerpo de baile disfrazados y maquillados como horribles “zombies”, provocando algún que otro sustito al respetable público – ¿verdad, hijas? - . En general, y aunque no pueda hacer una valoración tan detallada como la que suelo hacer sobre la música, los bailarines del espectáculo creo que hacen una magnífica labor también. En un espectáculo sobre MJ, si se trata de recordarlo e imitarlo, está claro que el baile es algo importante, casi al mismo nivel que la música. No hay más que ver su film póstumo “This is it”, en el que se pueden seguir los ensayos para la gira mundial que nunca pudo realizar, para darse cuenta de lo importante que era para Michael su cuerpo de baile. En un momento de esa cinta alguien dice a los bailarines que deben ser “una extensión del cuerpo del propio Michael Jackson”, y creo que así lo entendía él. Muy recomendable esa película, por cierto. Se puede ver al MJ músico, bailarín y, sobre todo, profesional al 100%.
Hubo muchos momentos emotivos, musicalmente hablando, con las versiones de “The way you make me feel” en su versión lenta – interpretada magistralmente por Samuel Gómez, que fue realmente la voz que más me gustó en su acercamiento a Michael – el tema “You are not alone”, o los temas de tinte ecológico “Earth song” y “Heal the world”. A destacar también el “medley” con el coro Gospel, con temas como “Off the wall” o “Can you feel it”.
Personalmente, por mis propios recuerdos juveniles, me encantó escuchar “Don´t stop ´till you get enough” , de uno de los discos que yo mas disfruté de este artista, el álbum “Off the Wall”. Una de sus mejores obras , en mi opinión.
El final con su famoso “Black or White” y el marchoso y funky “Wanna be startin´something”, lógicamente nos dejó con ganas de mas y, como si de un concierto tradicional se tratase, nos tenían preparados otro final: el famoso “We are the world”, compuesto en su día por Michael y Lionel Ritchie, y que tanto nos emocionó en los 80, aquella época en la que algunos grandes artistas creyeron que podían salvar el mundo con su música y sus macro-conciertos. No lo consiguieron, porque al mundo no lo salva “ni maría santísima”, claro, pero al menos nos dejaron algunos muy buenos conciertos, y muy buenas intenciones.
Como en el original de aquella canción- en la que intervenían voces como las de Stevie Wonder, Diana Ross, Tina Turner y el propio Michael, entre otros muchos- , en esta fueron interviniendo todas las voces principales del elenco, aprovechándose el momento para que cada cantante y cada músico recibiese su bien merecida ovación particular. Ya que doy tanta importancia a la música en directo, injusto sería no dedicar unas líneas a los músicos, que dieron un soporte impecable a todo lo que ocurría en el escenario. Como es lógico en este tipo de espectáculos, lo que aquí se valora no es la improvisación sino, bien al contrario, la precisión y el máximo parecido con los originales de lo que se está interpretando. Pues de precisión estaban sobrados todos los músicos del escenario. Desde el teclista Alvaro Peire – había otro teclista, que además acompañó a piano solo todo el “meddley” góspel, pero no viene su nombre en el programa – que consiguió recrear perfectamente todos los ambientes que la música de Jackson requiere, pasando por el espectacular guitarrista Oliver Martín, que en alguna ocasión saltó al escenario para formar parte de la coreografía mientras interpretaba algún espectacular solo, la base rítmica de Ángel Crespo en la batería y Adrian Bartol en el bajo, que eran como un metrónomo, pero con sensibilidad, y terminando por los metales donde estaban Patxi Urchegui en la trompeta y un conocido - para los jazzistas, claro - Iñaki Arakistain, ejecutando unos preciosos arreglos sobre todo en los temas mas rápidos. Por supuesto impecables tambien todos los cantantes y coristas, pero como eran tantos que me perdonen por no nombrarlos uno a uno. Todos ellos, tocando y cantando en directo, como debe ser – habría que desterrar a otro planeta al impresentable que inventó lo del “playback” – hicieron que el resto de artistas pudiesen realizar su trabajo con precisión, pero a la vez con la maravillosa sensación de que la música se está creando justo en ese instante.
En definitiva, no pude más que agradecerles a mis hijas su insistencia porque salimos de allí con la alegría que da presenciar un buen espectáculo, cuyo montaje imagino que ha costado un gran esfuerzo artístico y económico, por lo que se da por muy bien empleado lo que cuesta asistir a él. Personalmente creo que se ha mitificado en exceso la figura de Jackson tras su misteriosa muerte, pero también creo que durante su vida sufrió muchas injusticias y muchos abusos por parte de gente cercana que lo traicionó en muchas ocasiones, y que enturbiaron su figura como artista. Probablemente nunca sabremos que había de cierto o falso en aquellas escabrosas historias que se contaron sobre él. Yo creo que tengo la balanza bien nivelada y aunque no pienso que sea “el más grande”, si que reconozco que él y su entorno musical – no hay que olvidarse de Quincy Jones, desde luego – han creado un sonido inconfundible y unas melodías inolvidables que ya son parte de la historia de la música popular. Y…eso es todo.