Paco Rivas Trio, Teatro Apolo (Almería), 8 de Mayo de 2010
Cuando anoche me dirigía hacia el Teatro Apolo ya sabía que iba a escribir esto, y sabía que me iba a resultar muy fácil hacerlo. ¿Acaso puedo adivinar el futuro?. No, no es eso. El hecho de haber tenido la suerte y el honor de compartir escenario en algunas ocasiones con Paco Rivas, hacía que yo tuviese la completa seguridad de que lo que iba a escuchar no iba a defraudarme en lo más mínimo. Si a eso le sumamos el hecho de que durante varias semanas del pasado año no era capaz de dejar de escuchar su nuevo trabajo, la cosa estaba más “Clara” que la íntima amiga de Heidi. Yo sabía muy bien a lo que iba.
Por tanto, esa noche de magia en el Teatro Apolo del pasado sábado, con ese jazz de cámara que escuchamos con motivo de la presentación en sociedad – en este caso a la sociedad almeriense – del nuevo disco de nuestro paisano Paco Rivas, era una apuesta segura, una inversión sin riesgo.
La joya que nos presentó se llama “Bautizao con manzanilla”. Titulada así – según el mismo Paco contó desde el escenario – en honor a su padre que, en los inicios de su aprendizaje musical, insistía a su profesor que no dejara de enseñarle dicha pieza a su hijo. Aunque no está incluida en el disco, quiso dejar constancia titulándolo así.
Siempre es especial para cualquier artista presentar sus trabajos en su tierra, y por eso era de suponer que el señor Rivas iba a darlo todo en el escenario del Apolo, donde curiosamente hace ya algunos años – no diremos cuantos - , debutó siendo jovencito, haciendo un dúo de guitarras con su hermano. Ha pasado el tiempo y ,como tantos músicos de nuestra tierra, tuvo que volar hacia donde todo “se cuece”, es decir, hacia Madrid, donde se encuentra afincado actualmente. Y esa lejanía posiblemente ha sido uno de los motivos – aunque posiblemente no el único – que le llevó a realizar este impecable trabajo discográfico con el que nos deleitó en directo.
Y ¿de qué va este “Bautizao con manzanilla”?. Pues de cómo un gran músico elige varias composiciones clave de la música española: por una lado las coplas – que supongo han estado presentes en él desde su infancia – por otro los pasodobles – de los que en su época ya lejana de guitarrista de orquesta, ha tenido que interpretar muchas noches de fiesta - y finalmente la música clásica, con esos compositores tan geniales como Falla, Rodrigo, Albéniz y Granados, que como todo músico que se precie, estoy seguro que Paco ha respetado desde que comenzó a estudiar su instrumento, y de cómo se las ha llevado a su terreno – que es el jazz - tratándolas con respeto y con cariño, reinventándolas, y aportándoles toda la maestría y el saber musical que lleva dentro.
El concierto comenzó con Paco Rivas en solitario, con su guitarra, improvisando como solo él sabe hacerlo, y mezclando un poco del Fandanguillo de Almería, con algún que otro pasodoble que recordaba haber tocado en su debut como guitarrista, haciendo así un simpático giño a su propia historia.
De inmediato dio paso a los dos músicos que han colaborado con él en esta aventura - no los llamo acompañantes, porque para nada han tenido ese papel -, Toño Miguel en el contrabajo – aragonés que se ha convertido en uno de los jóvenes referentes en el contrabajo de jazz en nuestro país, y el norteamericano Noah Shaye en la batería, que acompaña a Paco en muchas de sus aventuras jazzísticas desde hace algunos años. Los tres en el escenario comenzaron a desgranar, uno a uno, todos los temas del nuevo disco, comenzando por la fabulosa “Asturias” de Albéniz, adaptación que ya nos dejó a todos literalmente “pegados a nuestro asiento”. Una buena elección para comenzar – tanto el disco como el concierto – puesto que se trata de una de las composiciones más reconocibles de nuestra música culta, y popular a la vez.
Para no modificar lo que ya está bien pensado de antemano, Paco siguió interpretando los temas de su nueva obra en el mismo orden en el que están grabados en el CD, y que sabiamente van alternando los tres origines musicales antes citados, así como la forma de abordarlos.
El segundo tema de la noche fue una de mis coplas favoritas, que ya me maravilló hace años cuando la escuché versionada por el gran maestro Chano Domínguez. Estoy hablando de “Ojos Verdes”. Cuando uno escucha una versión como la de Paco en la que, manteniendo el sentimiento original, salpica de swing la melodía, mezclándola con toques flamencos y a la vez logrando ese ambiente de balada típicamente jazzística, es cuando me doy más cuenta de que la copla para un español es el equivalente al “standard” para el norteamericano.
La versión de “Suspiros de España” es otro magnífico ejemplo de lo que comento. “El pasodoble más triste que existe”, dicen. El trió de Paco lo ataca de esa forma, regocijándose en la melancolía, en el romanticismo, deleitándose en la preciosa melodía, aunque hacia su mitad, de repente nos sorprenden, doblando su ritmo y llevándonos por caminos cercanos al swing gitano de Django Reindhart, estilo que el señor Rivas también domina a la perfección.
Con la “Canción del fuego fatuo” - original de Manuel de Falla - fue quizás con la interpretación que mas arriesgaron. La inquietante melodía sonó maravillosamente bien en las cuerdas ya más calientes de la guitarra, y esto se notó en la fabulosa improvisación que realizó Paco, en la que jugó con armonías complejísimas, se acercó al funky en ocasiones e hizo lo que quiso con el ritmo, dando paso al final – ayudado por un ostinato entre la guitarra y el contrabajo – a un fantástico solo de batería de Noah.
“A tu vera”, otra de esas coplas que todos conocemos, y que además formaba parte del repertorio habitual de Lola Flores, fue la siguiente composición “reinventada” por el trió, también llevada al terreno de la balada, con un cierto aíre de bolero.
Y llegaron a uno de mis favoritos del disco, el pasodoble “Marcial, eres el más grande”. Quizás por la afición a la tauromaquia que siempre se ha respirado en mi casa – mi padre es un taurino por los “cuatro costados” – los pasodobles que tanto he escuchado en mi niñez ahora me llegan mucho mas. Por eso cuando escuché esta fantástica versión de “Marcial”, quizás algún mecanismo se activó en mi cerebro, y me recordó la innumerables ocasiones en que lo escuché como banda sonora de muchas de las filmaciones taurinas de mi padre. El trabajo que Paco ha hecho aquí es encomiable. La combinación de variaciones rítmicas, a base de jugar con la melodía, y la re-armonización del tema, hace de esta versión una verdadera obra maestra. Vamos, que al final te dan una irrefrenables ganas de soltar un “olé!!!”
En la “Danza ritual del fuego” de Falla también vuelven al riesgo rítmico, permitiendo que Noah Shaye nos deleite con ese dominio del “groove” que posee, esa maestría con los silencios, y con Paco en sus momentos más cercanos al maestro Scofield. Como él mismo suele decir “esto suena de lo mas marciano!!!”. Si Falla levantase la cabeza …. seguro que los felicitaría.
Otro paseo magistral por la copla, con un clásico: “Tengo miedo”, durante muchos años parte del repertorio habitual de Rocío Jurado y, lamentablemente estaba llegando el final – como yo ya conocía el orden de los temas en el disco, me lo estaba temiendo.
Le tocó el turno a otra de las grandes composiciones de nuestra historia: “Concierto de Aranjuez”, del maestro Rodrigo. Aquí Paco decide coger el famoso motivo melódico y jugar con la armonía como solo él sabe, con una sólida base rítmica a un tempo lento y reposado. Tema para saborear una y mil veces – los que tengáis el disco sabréis de lo que hablo – y que se me hizo corto en el concierto.
Y para acabar el concierto, tal y como acaba también el disco, nada mejor que la “Danza nº 5 Andaluza” de Granados, llevada al terreno funky-groove en el que Paco se mueve “como pez en el agua”. Con esa sección rítmica de lujo, el guitarrista pudo explayarse y disfrutar de lo lindo durante su improvisación. El solo de batería de Noah, magnífico. Nunca dejará de sorprenderme como este músico es capaz de dominar los silencios. Y en sus solos esto se aprecia mucho mas.
Una grandísima ovación por parte del público hizo que inevitablemente Paco volviese al escenario, para regalarnos un par de preciosos bises: Una versión solo con su guitarra de esa otra copla que emociono a tantos españoles que tuvieron que marchar a otras tierras: “El emigrante”. Al fin y al cabo, como dijo Paco, él también ha tenido que emigrar, aunque haya sido a otra comunidad autónoma, de forma que también le toca su fibra sensible. Yo ya había tenido la suerte de escuchar su particular versión en más de una ocasión, y siempre acaba emocionándome – y mucho mas a mi mujer, Carmen, que siempre le pide que la toque, ya que era una de las melodías favoritas de su padre.
Y como colofón a un concierto perfecto de jazz, acudieron “libro de standards” americanos, pero con una coherencia con lo que se había escuchado. Para ello, nadie mejor que el maestro Chick Corea, el jazzman internacional que más ha promocionado la música española por todo el mundo. El tema…un clásico de sus composiciones: “La fiesta”. Mejor final, imposible!!. Gracias Paco, por lo que nos hiciste disfrutar.
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