La zambullida de la noche anterior en ese romántico universo de la música italiana, sentimentalmente intensa pero musicalmente sencilla, hizo que pasase parte de la mañana del sábado sentado al piano, recordando esas melodías y viendo como fluían de mis dedos, con esa satisfacción inmediata que da interpretar la música popular.
Ah, pero ya sabía yo que la noche del sábado me devolvería a la cruda realidad, a la música con mayúsculas, esa a la que uno aspira pero no sabe si llegará alguna vez. La que te hace pensar que te falta otra vida para lograr dominar un instrumento como algunos de los músicos a los que tanto admiro. Y esa noche iba a tener la suerte de compartir un buen rato con algunos de ellos.
Ya he hablado en este mismo blog con anterioridad de David Lenker. Pianista norteamericano afincado desde hace ya mucho en nuestro país, actualmente en la provincia de Málaga. Tuve la suerte de tenerlo como profesor en un seminario en Granada hace un par de años, y desde entonces siempre que he coincidido con él ha resultado muy satisfactorio para mis oídos. Si a eso añadimos se trata también de una gran persona, de magnífico trato y gran sentido de humor, pues resulta siempre un placer volver a verlo. Hace un año nos visitó tambien en Clasijazz, y en esa ocasión compartiendo escenario con mi amigo el guitarrista Antonio Gómez, otro de los grandes de su instrumento. No voy a contar mas, porque en este mismo blog ya comenté en su dia ese fantástico concierto, y espero que esa colaboración continúe en el futuro.
Pero en esta ocasión David acudía a Clasijazz a presentar un proyecto propio llamado “Ways”, aunque en la publicidad del club venia anunciado como “David Lenker Trío”. Sin embargo, tal y como el explicó brevemente durante el concierto, se trata de algo parecido a una cooperativa musical, con el denominador común de interpretar sus composiciones, pero intentando dar cabida a muy diferentes músicos, algunos de los cuales - a los que nombró - no pudieron estar esa noche.
Para la ocasión que nos ocupa le acompañaban tres sólidos músicos: Francis Posé – de sobra conocido para todo aficionado al jazz en este país, al contrabajo– Manuel Toro, en la percusión, y Eva Montiel como vocalista.
El concierto dio comienzo de forma muy singular con un tema llamado “Bicheria”. Hasta yo, que creo estar curtido ya en estas lides, llegue a pensar que Lenker y sus colegas iban a dar un recital de free jazz durante los primeros minutos, escuchando la introducción de dicho tema. Mi mujer me miraba con esa expresión de “¿pero en que lío me has metido esta noche?”. Sin embargo, poco a poco el tema fue evolucionando hacia una música más entendible.
Como para compensar, la siguiente composición – “El baile de los girasoles” – nos introdujo mucho más claramente hacia el camino a donde se dirige la música de Lenker. Según él mismo comenta, últimamente está muy interesado en hacer canciones, y de ahí que también contásemos esa noche con Eva Montiel, para poner voz a algunas de las letras sus composiciones.
De esta primera parte me quedaría - aunque me gustó al completo - con un precioso tema llamado “Reinado sin rey”, basado en una composición de Johann Sebastian Bach, aunque también me parecieron muy interesantes las dos composiciones en las que nos presentó a Eva Montiel: “Close your eyes” y “Fly”. Lástima que a la voz de Eva le faltase un poquito de efecto “reverb”, y sonase algo seca, para mi gusto. Pero, aún así, demostró cantar realmente bien.
La segunda parte posiblemente fue aún mejor, si cabe. Según David en el primer pase aún andaba “haciéndose con el piano”, y fue en el segundo donde realmente disfrutó en sus improvisaciones. Yo diría que las del primer pase fueron igual de buenas, pero…no vamos a contradecir al maestro, que de esto demuestra saber mucho mas que yo.
El que no pareció tener que familiarizarse con el contrabajo fue Francis Posé. He visto a este fabuloso contrabajista en numerosas ocasiones – la última, con Iñaki Salvador y Roper en un fantástico trió que tienen montado – pero realmente nunca le había escuchado arriesgarse tanto en sus improvisaciones como en esta ocasión, arrancando los aplausos del público tras cada uno de sus solos. Y no era para menos, ya que creo que puso su alma en cada uno de ellos.
No querría olvidar, desde luego, la labor de Manuel Toro, con su pequeño set de percusión, dándole a todos los temas el ritmo y color preciso, sobre todo con el cajón peruano, tocado con escobillas, o con las manos, creando tensión y llevando impecablemente el ritmo, a veces muy complejo, de los temas que sonaron allí. No conocía hasta ese momento a este percusionista, pero a partir de ahora le seguiré la pista.
Comenzaron esta segunda parte con “La punta de la Plata”, tema con una melodía muy cercana al flamenco, y siguieron con “La ratonera”, un 3/4 ( o 6/8, no se) muy simpático y rítmico. Pero donde realmente lograron alcanzar el climax de la noche fue en un tema ya conocido por mi y que me parece una de las mejores composiciones de David: “Blues andaluz”. La introducción con el arco de Posé al contrabajo ya nos dejó prácticamente sin respiración, y lo que vino después no es fácil de describir con palabras. Realmente es imposible, así que ni lo intento. Tras este alarde de lirismo, el mismo Francis pidió a David tocar “algo alegre”, y realmente nos animaron con un tema llamado “Skink”.
Volvió al escenario Eva para interpretar “Sail your sheep” y “Dicen”, éste último en castellano. Preciosa melodía la de este tema, conocida por mi ya que es el que abre el CD de piano solo de David titulado “Soledades”.
Despues una pieza a piano solo, el concierto acabó de forma espectacular con otra animada composición de David llamada “La Rumbita”, en la que podríamos decir que “echaron el resto”.
Aplausos, felicitaciones y un ambiente inmejorable en Clasijazz. Lástima que al ser la segunda noche que salíamos de "parranda musical", tanto mi mujer como yo estábamos algo cansados y decidimos marcharnos pronto. En un lugar tan agradable como Clasijazz es fácil dejarse llevar y volver a casa a esas horas intempestivas que luego pasan factura. Pero nuevamente regresé satisfecho: esa noche el club, esa pequeña parte de Almería donde la música en directo tiene el trato que merece, se había transformado en el templo del Rey David...Lenker, y creo que su reinado será largo y fructífero.
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