lunes, 7 de marzo de 2011

En el templo del rey David

David Lenker, Francis Pose, Manuel Toro y Eva Montiel, 5 marzo de 2011, Asociación Clasijazz (Almería)
La zambullida de la noche anterior en ese romántico universo de la música italiana, sentimentalmente intensa pero musicalmente sencilla, hizo que pasase parte de la mañana del sábado sentado al piano, recordando esas melodías y viendo como fluían de mis dedos, con esa satisfacción inmediata que da interpretar la música popular.

Ah, pero ya sabía yo que la noche del sábado me devolvería a la cruda realidad, a la música con mayúsculas, esa a la que uno aspira pero no sabe si llegará alguna vez. La que te hace pensar que te falta otra vida para lograr dominar un instrumento como algunos de los músicos a los que tanto admiro. Y esa noche iba a tener la suerte de compartir un buen rato con algunos de ellos.

Ya he hablado en este mismo blog con anterioridad de David Lenker. Pianista norteamericano afincado desde hace ya mucho en nuestro país, actualmente en la provincia de Málaga. Tuve la suerte de tenerlo como profesor en un seminario en Granada hace un par de años, y desde entonces siempre que he coincidido con él ha resultado muy satisfactorio para mis oídos. Si a eso añadimos se trata también de una gran persona, de magnífico trato y gran sentido de humor, pues resulta siempre un placer volver a verlo. Hace un año nos visitó tambien en Clasijazz, y en esa ocasión compartiendo escenario con mi amigo el guitarrista Antonio Gómez, otro de los grandes de su instrumento. No voy a contar mas, porque en este mismo blog ya comenté en su dia ese fantástico concierto, y espero que esa colaboración continúe en el futuro.

Pero en esta ocasión David acudía a Clasijazz a presentar un proyecto propio llamado “Ways”, aunque en la publicidad del club venia anunciado como “David Lenker Trío”. Sin embargo, tal y como el explicó brevemente durante el concierto, se trata de algo parecido a una cooperativa musical, con el denominador común de interpretar sus composiciones, pero intentando dar cabida a muy diferentes músicos, algunos de los cuales - a los que nombró - no pudieron estar esa noche.

Para la ocasión que nos ocupa le acompañaban tres sólidos músicos: Francis Posé – de sobra conocido para todo aficionado al jazz en este país, al contrabajo– Manuel Toro, en la percusión, y Eva Montiel como vocalista.

El concierto dio comienzo de forma muy singular con un tema llamado “Bicheria”. Hasta yo, que creo estar curtido ya en estas lides, llegue a pensar que Lenker y sus colegas iban a dar un recital de free jazz durante los primeros minutos, escuchando la introducción de dicho tema. Mi mujer me miraba con esa expresión de “¿pero en que lío me has metido esta noche?”. Sin embargo, poco a poco el tema fue evolucionando hacia una música más entendible.

Como para compensar, la siguiente composición – “El baile de los girasoles” – nos introdujo mucho más claramente hacia el camino a donde se dirige la música de Lenker. Según él mismo comenta, últimamente está muy interesado en hacer canciones, y de ahí que también contásemos esa noche con Eva Montiel, para poner voz a algunas de las letras sus composiciones.

De esta primera parte me quedaría - aunque me gustó al completo - con un precioso tema llamado “Reinado sin rey”, basado en una composición de Johann Sebastian Bach, aunque también me parecieron muy interesantes las dos composiciones en las que nos presentó a Eva Montiel: “Close your eyes” y “Fly”. Lástima que a la voz de Eva le faltase un poquito de efecto “reverb”, y sonase algo seca, para mi gusto. Pero, aún así, demostró cantar realmente bien.

La segunda parte posiblemente fue aún mejor, si cabe. Según David en el primer pase aún andaba “haciéndose con el piano”, y fue en el segundo donde realmente disfrutó en sus improvisaciones. Yo diría que las del primer pase fueron igual de buenas, pero…no vamos a contradecir al maestro, que de esto demuestra saber mucho mas que yo.

El que no pareció tener que familiarizarse con el contrabajo fue Francis Posé. He visto a este fabuloso contrabajista en numerosas ocasiones – la última, con Iñaki Salvador y Roper en un fantástico trió que tienen montado – pero realmente nunca le había escuchado arriesgarse tanto en sus improvisaciones como en esta ocasión, arrancando los aplausos del público tras cada uno de sus solos. Y no era para menos, ya que creo que puso su alma en cada uno de ellos.

No querría olvidar, desde luego, la labor de Manuel Toro, con su pequeño set de percusión, dándole a todos los temas el ritmo y color preciso, sobre todo con el cajón peruano, tocado con escobillas, o con las manos, creando tensión y llevando impecablemente el ritmo, a veces muy complejo, de los temas que sonaron allí. No conocía hasta ese momento a este percusionista, pero a partir de ahora le seguiré la pista.

Comenzaron esta segunda parte con “La punta de la Plata”, tema con una melodía muy cercana al flamenco, y siguieron con “La ratonera”, un 3/4 ( o 6/8, no se) muy simpático y rítmico. Pero donde realmente lograron alcanzar el climax de la noche fue en un tema ya conocido por mi y que me parece una de las mejores composiciones de David: “Blues andaluz”. La introducción con el arco de Posé al contrabajo ya nos dejó prácticamente sin respiración, y lo que vino después no es fácil de describir con palabras. Realmente es imposible, así que ni lo intento. Tras este alarde de lirismo, el mismo Francis pidió a David tocar “algo alegre”, y realmente nos animaron con un tema llamado “Skink”.

Volvió al escenario Eva para interpretar “Sail your sheep” y “Dicen”, éste último en castellano. Preciosa melodía la de este tema, conocida por mi ya que es el que abre el CD de piano solo de David titulado “Soledades”.

Despues una pieza a piano solo, el concierto acabó de forma espectacular con otra animada composición de David llamada “La Rumbita”, en la que podríamos decir que “echaron el resto”.

Aplausos, felicitaciones y un ambiente inmejorable en Clasijazz. Lástima que al ser la segunda noche que salíamos de "parranda musical", tanto mi mujer como yo estábamos algo cansados y decidimos marcharnos pronto. En un lugar tan agradable como Clasijazz es fácil dejarse llevar y volver a casa a esas horas intempestivas que luego pasan factura. Pero nuevamente regresé satisfecho: esa noche el club, esa pequeña parte de Almería donde la música en directo tiene el trato que merece, se había transformado en el templo del Rey David...Lenker, y creo que su reinado será largo y fructífero.

domingo, 6 de marzo de 2011

Todas las vías llevan a Dalma

Sergio Dalma, 4 marzo de 2011, Auditorio de Roquetas de Mar (Almería)

Dicen que no es bueno mezclar. Con la bebida, supongo, porque si se mezcla una pizca de nostalgia, unas gotas de buen gusto, unos cuantos buenos músicos y una excelente voz, en una cazuela adecuada, pues resulta que –para asombro del que suscribe - sale uno más que satisfecho de un concierto de Sergio Dalma.

Todo tiene su explicación, y no es que quiera excusarme por ir a ver a un cantante típicamente melódico, de esos que generalmente los músicos y/o melómanos tendemos a despreciar, no faltos de razón en muchas ocasiones.

La cuestión es que hace unos meses, por casualidad, escuché el disco que Dalma acababa de editar y que, si no me equivoco, iba totalmente enfocado a ser un superventas navideño. Se llamaba "Via Dalma", y cuando escuché los acordes de la guitarra de la primera canción del disco - "Bella sin alma" - noté un cierto cosquilleo en el estómago, esas mariposillas que uno sentía cuando con trece o catorce años soñaba con sentarse en el autobús de una excursión del colegio con aquella chica por la que bebía los vientos. Sorprendido por las sensaciones – es que uno no es romántico por naturaleza, la verdad - llegó la segunda: "Yo caminare", aquel tema de Tozzi que en España popularizó Fausto Leali, y me di por vencido. Me estaba gustando, y mucho, un disco de Sergio Dalma. Estuve tentado de ir a un espejo para ver si tenía más "arruguillas" de la cuenta, por eso del "¿me estaré haciendo mayor?". Pues será que también hay algo de eso.

Así fueron cayendo una tras otra, esas melodías con las que crecí, de finales de los 70 y principios de los 80. Ahí estaban temas de Umberto Tozzi - al que siempre he admirado mucho -, de Toto Cotugno, de Richard Cocciante, de Sandro Giacobbe. Esas canciones con esas letras claramente machistas y que a veces se acercaban peligrosamente al borde de la violencia de género – aunque en esa época los polítiquillos aún no habían bautizado de esa forma tan elegante a lo que hacen algunos cabrones que pegan y matan a las mujeres -, pero que en esa época hacían enternecerse y hasta llorar a las jovencitas, y a nosotros nos hacían soñar con un simple roce a través del suéter de alguna de esas tiernas infantas - o no tan tiernas, que de todo había, en las oscuras – por la poca luz, no por otra cosa - fiestas de instituto de mi adolescencia.

Pues andaba yo disfrutando, de cuando en cuando, de esa pequeña joya discográfica, cuando llega a mis oídos que Sergio Dalma recalará en el Auditorio de Roquetas de Mar - esa localidad cercana a Almería. que ya cuenta con mejores servicios que la capital en muchos ámbitos, uno de ellos su magnífico auditorio – y no me lo pensé dos veces. Al poco tiempo, y con la ayuda de mi mujer y de internet, tenía ya reservadas mis entradas para el evento.

Como es habitual - no puedo evitarlo - comenzó mi labor de documentación. Tenía que saber más sobre el nuevo trabajo de Sergio, la banda que traería, sus discos más recientes, etc. De él sabía lo que casi todos: aquel jovencito de simpática sonrisa “profiden” que estuvo a punto de ganar Eurovisión en el año 91, con la celebérrima "Bailar pegados". Poco más. Bien es cierto que siempre he tenido un cierto respeto por este artista, aunque en cierta época de mi vida ¡¡¡ no me hubiese comprado un disco de el aunque me torturasen !!!. Pero es de estos tipos que caen bien. No es habitual de la prensa rosa - salvo una corta época en la que se divorció de una despampanante rubia, hace ya bastantes años - y tiene una voz bastante cautivadora. Por lo demás, sus canciones eran de esas de las que yo tendía a huir como de la peste, por su temática romanticona y ,sobre todo, por su lamentable instrumentación, en general.

Sin embargo, este "Via Dalma" sonaba realmente bien. Guitarras acústicas cristalinas y bien ejecutadas, guitarras eléctricas en su justa medida y sin excesivos efectos, pianos acústicos y eléctricos muy bien encajados, de sonido impecable, órganos Hammond B3 preciosos y precisos, y bajos y baterías con un sonido moderno, hasta con un cierto groove. Sorprendente. Eso sí, lo había grabado en Italia, con músicos italianos. Pero escuché su anterior disco , llamado "Trece" y resultó que el sonido era similar. Al parecer lo habia grabado en EEUU, buscando tambien un sonido distinto. Pues nada, que nunca dejará uno de sorprenderse. Ahí me teníais...escuchando lo ultimo del Capdevila - es que se llama así en realidad - y sin pestañear.

Y llegó la noche del concierto. Iba con ganas, pero con mis reservas, claro. Una cosa son los discos, y otra muy distinta los directos. A ver si me encontraba de repente en medio de una horterada de órdago, con maduritas gritando y quitándose los sujetadores - con dificultad - y con luces de colores (lo pasaré bien!!!) - y sonido de pachanga de pueblo. Estaba casi seguro de que no. Un amigo me comentó que el bajista de la banda de Sergio era José Vera. En Spotify pude escuchar su último disco "Butterfly" y pensé: "un tío que toca así y graba estas cosas, no estará metido en algo que no tenga una mínima calidad, ¿no?".

Así pues, allí estaba yo, en la fila 20 del auditorio - un poco lejos para mi gusto, pero es que últimamente Dalma esta teniendo un renovado éxito, y el auditorio estaba lleno hasta la bandera - deseando que se abriese el telón, para ver que me encontraba.

Y lo que encontré me gusto desde el primer momento: un escenario sobrio, con una decoración muy "Cinema Paradiso", con cintas de película por el suelo, focos típicos de plató cinematográfico, y una musiquilla italiana sonando. Aparecen los músicos, se saludan como si no se hubiesen visto ya en los camerinos, escenificando un poco con esos exagerados gestos típicamente italianos - "¿capicci?..¿ma que cosa?" - y empieza a sonar el bajo con esas caracteristicas notas del "Stand by me", pero en versión italiana, es decir: "Pregheró" de Adriano Celentano. Ahí me di cuenta de cuánto iba a disfrutar de la noche.

Enlazando con ese clásico, otro que no se queda a la zaga: "Soy italiano" de Toto Cotugno. El público entregado ya desde el primer minuto, mientras Sergio, con esa voz ronca y bien afinada, iba repasando los temas de su "Via Dalma". "Yo caminare" – mi favorito, por cuestiones sentimentales - , "Bella sin alma", "El jardín prohibido", "Corazón gitano", "De amor ya no se muere", "Tu", "Mi libre canción", todas versionadas de forma impecable, introduciendo elementos más actuales, y liberándolas justo de esos añadidos que hacen - con todos mis respetos - mas melosas de la cuenta a las originales -. Mucha "culpa" de ese resultado la tuvieron los músicos del escenario: El teclista – y director musical del tinglado - Miguel Ángel Collado y el guitarrista Jorge D´amico, ponian el buen gusto, la sensibilidad y las variaciones armónicas, y el bajista José Vera y el batería Cristian Constantini aportaban la solvencia y la precisión. Claro está que así, a poco que un cantante lo haga bien...triunfa. Y Dalma canta bien, muy bien. Como comunicador no es una maravilla, aunque se esfuerza - cuando hablaba con el público, no parecía improvisar mucho, sino seguir un guion un poco forzado - pero como cantante es de los buenos, a mi entender.

Tras una primera parte de más de una hora repasando prácticamente todo el disco "Vía Dalma", y haciendo amago de marcharse - aunque todos sabíamos que no iban a hacerlo - dio comienzo una segunda parte donde sonaron algunos de los viejos éxitos de la ya abultada carrera de Sergio, así como algún tema de su último disco de temas originales, llamado "Trece", como "Mientras tanto" y "Alas rotas". Posiblemente olvido alguno.

Era normal que sonase el "Bailar pegados" y me gustó mucho la forma de abordarlo, a dúo con el pianista, que supo jugar con la armonía del tema, haciendo que en ocasiones sonase más novedoso, pero sin perder la identidad del que es el tema bandera de la carrera de este artista.

En esta segunda parte reconozco que disfrute un poco menos, debido sobre todo que no conocía su repertorio, aunque temas como "Galilea", de su primer disco, sí que me resultaron bien conocidos.

Tal y como prometió la megafonía del teatro, aproximadamente una hora y cuarenta minutos más tarde los músicos abandonaban el escenario, de forma bastante abrupta, todo hay que decirlo, y las luces del Auditorio de Roquetas se encendieron de inmediato. Quizás ese final precipitado – no volvieron al centro de escenario a saludar, no hubo presentación de los músicos, etc – me dejó un poco frio a la salida.

No quería dejar de comentar algo que me molesta enormemente en casi todos los conciertos en auditorios a los que acudo, y que nada tiene que ver con los músicos (o al menos directamente). Me refiero al empeño en prohibir la realización de fotos o videos durante los conciertos. No se me entienda mal, no estoy en contra de que se prohíba, pero creo – o más bien exijo – que los responsables deberían buscar una forma de controlar el cumplimiento de esa prohibición que pase por no resultar una constante molestia para todos, sobre todo para el resto del público de la fila en la que el infractor de turno, móvil en ristre, se empeña en inmortalizar el concierto. Ahí tenemos siempre a la azafata de turno intentando por todos los medios hacerle llegar el mensaje al "supuesto delincuente", y que normalmente lo que consigue es sacar de sus casillas al resto de público que, sin estar cometiendo ninguna ilegalidad, están siendo molestados y distraídos constantemente durante el concierto. Ayer no fue una excepción. Reconozco que cada vez me molesta mas, y cualquier día voy a reaccionar muy mal ante el personal de un auditorio o teatro que me molesta y me impide ver tranquilo ese espectáculo. Tienen que plantearse otros métodos que no pasen por molestar a todo el mundo, para amonestar a unos pocos. Por no hablar de que realmente no se si existe algún impedimento legal - pero de verdad, con algún Real Decreto que haya sido publicado en el B.O.E. - para que alguien en el uso de su libertad individual estando en un lugar publico, en el que ademas ha pagado por estar, pueda sacar una foto. Otra cuestión es que el manager o responsable de turno quiera hacer esas exigencias, y las transforme en pseudo-leyes, y todos las acatemos sin rechistar. No hablaré de eso, no.

De paso, a los que se empeñan en hacer fotos también les diría que no sean tan inocentes, que las fotos suelen son casi iguales tanto en la primera canción como en el ultimo bis. Que se esperen justo al final del concierto, momento en que, milagrosamente, ya a nadie de los responsables parece importarle que se hagan fotos, que también tiene narices la cosa.

Bueno, en algún sitio tenía que soltar esta parrafada, y le ha tocado al concierto de Dalma. No querría acabar así, que parece que saliese cabreado de un buen concierto. Al contrario. Feliz nuevamente de disfrutar de buena música, que a veces nos llega de donde uno menos espera. Por cierto, creo que dentro de poco vienen “Pecos” a tocar a Almería. ¡¡¡No, no!!!, todo tiene un límite. Ese…que lo comente otro.