domingo, 20 de junio de 2010

Homenaje a The Doors: Humo, sudor y buen rock´n´roll

Banda "Homenaje a The Doors", La Cueva (Almería), 19-06-2010


Tras el concierto del día anterior, con la banda de Al Di Meola dejándonos a todos los asistentes totalmente estupefactos, el sábado se presentaba con una oferta completamente distinta, aunque también muy interesante.
Hace unos meses, charlando con el buen guitarrista almeriense
Antonio Verdegay, en uno de los conciertos del grupo "Malas compañias", este me puso sobre aviso de que formaba parte de un proyecto en preparación de una banda que realizarían un homenaje a "The Doors". Inmediatamente pensé en que "The Doors" era - y sigue siendo - el grupo favorito de mi hija mayor - y, quizás de tanto "machacarle" el oído su hermana - también ya de mi hija menor, por lo que me prometí a mi mismo estar al tanto de esa información en fechas venideras, por que podría estar bien un "concierto en familia".
Y resulta que gracias a este fenómeno tan curioso - y útil en muchas ocasiones - de la redes sociales, la pasada semana me llega una invitación de Facebook al concierto "Homenaje a The Doors" en La Cueva, conocido local almeriense que goza del prestigio de ser el punto de reunión de la gran mayoría de los muchos músicos de la capital.


Por otro lado, aparte de esta motivación "familiar", también reconozco la expresión "Homenaje a..." siempre despierta mi atención. Ya lo he comentado en anteriores ocasiones, y lo repito, cuando un grupo realiza un homenaje o "cover" de otra banda - o artista - me merece todos mis respetos, y siempre hay que dar una oportunidad para ver lo que muestran, con la esperanza de que esos músicos hayan realizado un trabajo serio de estudio y ejecución de la obra de otros artistas anteriores a ellos. No es mas que lo que hacen los músicos clásicos cuando interpretan obras de Bach, Bethooveen o Liszt: interpretan algo ya compuesto, tratando de hacerlo con sentimiento y honradez. En el caso del rock también puede hacerse, lo que pasa es que sustituimos esos excelsos nombres antes citados por otros no menos respetables como Queen, The Beatles o, como en este caso, The Doors.
La "papeleta" que tenia por delante esta banda - cuyo nombre, ahora que caigo, no conozco...o no lo tienen - no era nada sencilla, porque interpretar los temas de la banda de Morrison son palabras mayores.
Aunque nunca tuve demasiada afición a esta banda cuando era joven - no puede uno estar en todo - haciendo memoria - aprovecharé mientras me siga funcionando tan bien para estos temas musicales - resulta que en mi adolescencia si que me compré un disco de vinilo de ellos: "The soft parade". Reconozco que durante años formó parte de mi discoteca particular pero sin ser de mis discos favoritos, ya que mis preferencias por aquella época se inclinaban mas al rock progresivo y sinfónico, con grupos como Genesis, Yes, Camel o King Crimson y mas tarde, cuando di "el salto" pasé directamente al jazz, dejando un poco de lado muchos grupos interesantes de finales de los 60 y principios de los 70 como Cream, Allman Brothers o la banda que nos ocupa, The Doors. Esto no quiere decir que nunca los haya escuchado, pero si que no tengo un profundo conocimiento de su discografía, cosa que estoy tratando de remediar poco a poco.
Pues, dicho esto, llegamos a la noche de la presentación. El lugar, La Cueva, y haciendo honor a su nombre, las noches de concierto su sótano se transforma en un garito abarrotado de humos, olores - mas o menos agradables - y cervezas. Como debe ser, por otra parte. Echándole valor para atravesar el ya numeroso gentío que llenaba el sótano, logramos mis dos retoños y yo colocarnos bastante cerca del escenario, algo esquinados - debía de ser mi sino este fin de semana - pero en buena posición para disfrutar de los decibelios necesarios en un buen concierto de rock.
La banda - seguiré llamándola así, salvo que me saquen del error de que no tiene aún nombre - estaba compuesta por varias caras bien conocidas para mi, y otras no tanto.
Comenzaré de mayor a menor, y no me refiero a la edad. En la batería, mister Antonio Díaz, para mi gusto el mas completo batería de rock que tenemos por aquí. He tenido la suerte de compartir algunos escenarios con el, ya que es el batería de nuestro grupo homenaje a Paul McCartney "Band on the run". Además también este año hemos coincidido en estudio durante la grabación del nuevo disco de Rosendo Alvarez, de cuya banda vamos a formar parte en breve para la presentación de dicho CD en directo. Vamos, que empuñando las baquetas sabia yo ya que había un valor tan seguro como los bonos del tesoro - o, con los tiempos que corren yo diría que más. Nada mas comenzar el concierto - y hasta el final - me corroboró que yo estaba en lo cierto. Impecable su trabajo en los tambores. Se nota que este es el estilo que mas le atrae, y su cara de felicidad anoche era comparable a la que pone cuando toca con otro de los mejores grupos de rock de Almeria: "La Raspa".


En la guitarra, Antonio Verdegay. Otra garantía. Yo lo he visto con el grupo homenaje a Sabina "Malas Compañias", y en algunos vídeos del homenaje a Pink Floyd, y no tenia que escuchar mas para saber que se trata de un buen guitarrista. En este caso, además, y como la ocasión se prestaba, también me ha demostrado que tiene "el blues" dentro, y que es un
excelente improvisador, al menos en lo que al rock se refiere. Grande su trabajo en el grupo.
En el bajo, otro conocido para los almerienses, Esteban Vargas, que también toca en bandas como "Malas compañias" o "La extraña enfermedad de Sarah Perkins". Como todos los bajistas, su trabajo es menos llamativo pero en ocasiones se trata del mas importante, pues si el bajista no es seguro y solvente, la banda no funciona, y muchas veces uno no sabe muy bien porque. Este no era el caso, porque Esteban realizó también un trabajo sólido e impecable en cada uno de los temas de la banda.
Y llegamos a los desconocidos, al menos para mi. El teclista, Angel Salazar, tenia por delante tambien una gran responsabilidad, ya que si el indiscutible líder de The Doors fue Jim Morrison, no es menos cierto que parte del sonido característico de la banda se debió al teclista Ray Manzarek, con sus órganos y pianos eléctricos. Aquí sinceramente tengo que hacer alguna crítica, pero siempre constructiva. A nivel de sonido, los teclados dejaron bastante que desear por dos motivos muy claros: en primer lugar el bajo volumen que salia de escenario y en segundo y mas importante, la baja calidad del teclado en si. No pude ver la marca, pero los sonidos dejaban mucho que desear. Lo primero se soluciona sencillamente dándole mas caña al canal de la mesa donde iba el teclado. Lo segundo ya cuesta unos cuantos euros mas, pero también tiene solución. No obstante, y en tan poco favorables condiciones, Angel logro crear el ambiente que los temas requerían.
Y llegamos a la pieza fundamental en esta banda: el cantante. Esto si que me inquietaba. Hay grupos donde el vocalista es secundario, o al menos, no tan importante - los mismos Pink Floyd, por ejemplo - pero en The Doors, si no hay un buen "Morrison" no hay nada que hacer. Miguel Moreno - aunque todos le llamaban Micky - tuvo la responsabilidad de cantar y recordarnos a Jim. Y, para mi gusto, lo consiguió. Le puso sobre todo fuerza y "feeling", aunque sin descuidar la entonación, que fue bastante aceptable. Digamos que se metió perfectamente en el papel, y nos hizo disfrutar a todos de ello.
Pues bien, esta banda hizo un recorrido cronológico por la legendaria - y, lamentablemente, escasa - discografia del grupo americano. Llegados a este punto, tengo que reconocer que aquí he contado con la ayuda de mis dos hijas. Paula, la mayor, por su conocimiento de la banda, y Marta, la menor, por su gran memoria. Ambas me han echado una mano a la hora de recordar el "setlist" de la noche.
Comenzaron con temas del primer disco "The Doors", como "Break on through" - creo que comenzaron con esta - la conocidisima y en su día controvertida "Light my fire" y "Alabama song" (esta última yo la recuerdo mucho mas en una curiosa versión de David Bowie que os recomiendo escuchar).
Del LP "Strange Days" sonaron "People are strange" y "Love me two times", del "Waiting for the sun" los temas "Love Street" y y la potente "Five to one".
De otro de sus clásicos "Morrison Hotel", dejaron caer temas como "Peace Frog" o el blues lento "The spy", y finalmente del ultimo disco "L.A. Woman" nos ofrecieron temas como "Love her madly", la también exitosa "Riders on the storm" -con efectos especiales de tormenta incluidos -, el blues "Car hiss by my windows", y para terminar, la que da título al disco "L.A.Woman".
Un buen recorrido por su discografía que imagino irán aumentando si el proyecto sigue adelante - comentaron un futuro concierto en el teatro Apolo de la capital, que espero no perderme - pero suficiente para un concierto de presentación.
Ante las reiteradas peticiones del "respetable" y dado que - cosas que pasan, lo se por experiencia - el repertorio se había agotado, como bis tuvieron que repetir el "Light my fire", y tampoco nos importó mucho, ya que realmente es lo que nos pedía el cuerpo. Cuerpo, por mi parte, bastante maltrecho ya después de casi tres horas de plantón, cerveza en mano, y con los ojos bastante enrojecidos por el abundante humo que invadía el local. Es lo que tiene la música en directo.
Tras el concierto, y mientras intentábamos "escapar" y respirar algo de aire puro, pude ir saludando a muchas caras conocidas que tampoco se perdieron el evento: otro magnifico guitarrista, Javi Maresca, el bajista Javi Dominguez ("El vecino"), el cantante Abelardo Navarro, el percusionista Jose Villodres, el flautista Pedro Caro, el gran melómano Nico, o el batería Tati Lopez. En fin, una buena representacion de la música almeriense que, como esta mandado, acuden a ver a sus colegas, y además se lo pasan "como los indios". ¿De eso se trata, no?


(Fotos by Paula García)

Al Di Meola, como un buen vino español.

Al Di Meola, Auditorio Maestro Padilla (Almería) 18-06-2010

Nunca se sabe cuando va uno a sorprenderse y disfrutar con esto de la música. Hace mas de dos meses me enteré de que Al Di Meola venia a mi ciudad - Almería - como parte de nuestro festival de guitarra "Julian Arcas" y reconozco que, en principio, no despertó en mi una gran emoción.
Di Meola es uno de esos guitarristas que siempre han estado ahí pero que nunca llamó tanto mi atención como para comprarme un disco suyo. Aunque reconozco que si que he sido un gran fan de la etapa eléctrica del "Return to Forever" de Chick Corea, a mediados de los 70, formación de la que fue miembro este guitarrista, y en la que tuvo un gran protagonismo.
Pero lo cierto es que normalmente tiendo a huir de los músicos virtuosos, y para que me aficione a alguno de ellos tienen que demostrarme que bajo esa coraza de las escalas vertiginosas existe algo mas que decir. En ese sentido, hay músicos como Oscar Peterson o mas recientemente Michel Camilo o Hiromi Uehara que han demostrado que es posible combinar virtuosismo con sensibilidad y creatividad, pero hasta la fecha Al Di Meola no me lo había demostrado.
No ayudaban mucho los recuerdos de aquellos conciertos con John McLauglin y Paco de Lucia, en los que el trio de super-guitarristas hacían verdaderos juegos malabares que dejaban con la boca abierta a propios y extraños. Y no es que no me gustasen esos 3 músicos, pero aquello a veces parecia mas una serie de ejercicios de virtuosismo, elevados a la máxima potencia, que música. Bien estuvo si en su momento sirvió para que mucha gente se aficionase al jazz (Paco de Lucia, incluido), al flamenco y a la buena música en general, pero particularmente a mi no me entusiasmó demasiado. De hecho, hace poco tuve el placer de ver un magnífico documental sobre Paco De Lucia, donde el genial guitarrista contaba de viva voz las enormes dificultades que tuvo al principio para seguir las "desenfrenadas carreras" de sus compañeros de escenario, máxime cuando él mismo reconoce que en ese momento no conocía los secretos de la improvisación jazzistica, e intentaba seguirlos acorde a acorde, haciendo que se volviese literalmente majareta intentando hacer un solo coherente a base de ir buscando las notas que entraban en cada acorde, cuando los cambios entre estos tardaban milésimas de segundo.

La cuestión es que acudía yo al Auditorio Maestro Padilla un poco receloso, pensando si no iba a encontrarme con otra demostración mas del tipo "mirad cuantas notas puedo dar en un segundo, señores!!!!". Me coloqué en mi privilegiado asiento de la fila 1 - que conseguí gracias a la preocupación y generosidad de algunos estupendos amigos - ellos saben quienes son - y comenzó el concierto.

Lo primero que me sorprendió es el buen envejecer que ha tenido el señor Di Meola. A sus 56 años sigue teniendo prácticamente el mismo aspecto que lucía en los 70 (excepto por las gafas, algo en lo que creo que todos los cegatos del mundo hemos mejorado desde esa época de infames diseños en lo que a gafas se refiere).
Bromas aparte, cuando la música comenzó a sonar empecé a darme cuenta de que, en este caso, los años y, por tanto, la experiencia, habían efectuado cierto cambio en este guitarrista. Su fraseo sigue siendo reconocible, su forma de tocar y su sonido, pero ahora toca mucho mas calmado, mas melódico, sin esa necesidad de demostrar en cada compás la tremenda agilidad de sus dedos que - por otro lado - hay que reconocer que la tiene, y mucha. La música que nos estaba mostrando era, sin duda, compleja: armonías preciosistas, muy orientales, pero con tintes brasileños - que siempre le han gustado - mediterráneos y porteños, con mucho por ahí del sonido Piazzola, compositor del que se declara gran admirador. Por no hablar de las amalgamas rítmicas, predominando los 6 por 8 - esta observación me la hizo mi amigo "el vecino", que entiende mas de ritmos que yo - y con unas complejas y endiabladas - por difíciles que no por rápidas - melodías. Pero muy poco de demostración virtuosa por su parte, dejando esas cuestiones solamente para, en ocasiones, acabar los temas de un modo efectista y contundente. Es decir, como el buen vino, Al Di Meola ha ganado con la edad, y ha ido desechando lo superfluo - la velocidad - quedandose con lo importante - la expresividad, evolución con la que hemos ganado todos.
Por supuesto hay que nombrar a sus compañeros de aventura actuales, que estuvieron a la altura de las circunstancias, y no era para menos porque no es fácil formar parte de la banda de uno de los "totems" de la guitarra mundial. Tengo que empezar por el fabuloso acordeonista - Fausto Beccalossi - que logró que se me olvidase que la formación no llevaba pianista - algo que suele decepcionarme siempre al comienzo de cada concierto - a los 10 segundos de comenzar. Las complejas melodías eran construidas siempre con el acordeón como co-protagonista, aunque a veces se convertía en foco principal de nuestra atención. La forma en que este hombre dominaba ese - para mi - complejo instrumento, y el partido que lograba sacarle creo que nos dejo a todos - por las conversaciones posteriores que he mantenido con amigos asistentes - totalmente boquiabiertos. En ocasiones daba la sensación de estar manejando un sintetizador, por como lograba jugar con toda la variedad de sonidos y efectos que conseguia.
Como complemento también, y como para dejar claro que él no iba de "figura", Meola se hacía acompañar de otro magnifico guitarrista, Peo Alfonsi, con el que empastaba tan perfectamente que en ocasiones me resultaba muy difícil distinguir de que guitarra salia cada nota. La sección rítmica también me pareció sobresaliente. Quizás haciendo un trabajo mas oscuro - suele pasar - el contrabajista cubano Victor Miranda estuvo muy solido, dejando el protagonismo al batería y el percusionista. Por mi situación en el auditorio - algo esquinada - tuve la posibilidad de observar con todo detalle a estos 2 últimos. El batería - Peter Kaszas -me pareció excelente para su juventud, y el veterano Gumbi Ortiz, un neoyorkino con aspecto cubano, nos hizo disfrutar a todos con su simpatía y su dominio rítmico. Y , lo mas importante, entre ambos existía mucha complicidad, algo básico para que la música camine.
Del repertorio interpretado tengo que reconocer que no puedo contar demasiado por 2 razones: En primer lugar por mi desconocimiento - voy a remediarlo pronto - de la discografía reciente de Meola y en segundo lugar por la parquedad en palabras por parte del maestro. Aclararé que su actitud en el escenario fue muy correcta, provocándonos incluso, en ocasiones, alguna sonrisa, como en el momento en que, simulando una discusión con el percusionista sobre la intensidad de las luces en el escenario (este quería menos luz, para pasar menos calor, y el guitarrista quería mas para poder leer las partituras) y que se zanjó con la colocación sobre la cabeza de Ortiz de la toalla de Al le facilitó, para que así pudiese secarse el sudor, dejando claro que lo importante era poder leer lo que había que tocar.
La cuestión es que, aunque si que hizo algunos comentarios sobre los temas que interpretaba, creo solo dio los títulos de unos pocos. O al menos, son los que yo pillé al vuelo. Por ejemplo, el llamado "Misterio", y que luego he visto que forma parte de su disco "The grande passion - World Sinfonía" - mas de uno de los temas interpretados creo que vienen de ese disco - o un tema compuesto por Gumbo Ortiz llamado algo así como "Cumbasero" (perdonadme si me equivoco en algo, pero no suelo llevarme bloc de notas a los conciertos, y después a veces me cuesta recordarlo todo).
Tras mas de 2 horas de magnífica música, con un auditorio abarrotado y entregado - y con razón - con esta magnífica demostración de "saber hacer" musical, la banda abandonó el escenario para volver inmediatamente, primero en duo (guitarra-acordeón) y mas tarde al completo, y terminar con un clásico de Paco de Lucia: "Rio Ancho". Como el propio Al Di Meola dijo durante el concierto - sinceramente agradecido a la audiencia - estamos "in the land of the guitar". Y de hecho, demostrando su amor a la guitarra española, esté fue el único instrumento que usó durante todo el concierto, y aunque en ocasiones hacia uso de su pedalera para sacar sonidos sintetizados, la base de su sonido estuvo en las cuerdas limpias de su preciosa "spanish guitar".
Y así, con la melodía flamenca del "Rio ancho" del maestro De Lucia sonando aún en nuestros oídos salimos todos - los casi mil asistentes, calculo yo a "ojo de buen cubero" - con esa sonrisa "de oreja a oreja" que se le queda a uno cuando acaba de presenciar un gran concierto, disfrutando de la charla post-concierto habitual en los exteriores del auditorio, y en este caso con la especial alegría para mi de compartirla con mi queridisimo amigo Paco Clares que, tras una larga enfermedad de la que felizmente se esta recuperando, volvió a disfrutar de una noche de música en directo, y además con uno de sus guitarristas mas admirados. Nada mas que por eso me hubiese merecido la pena la noche. ¡¡¡ Y pensar que estuve a punto de perdermelo !!!